domingo, 10 de noviembre de 2013

Rusia reflota un plan para instalar centrales nucleares en el mar

Foto: Baltisky Shipyard/ Reuters

El petróleo en el Ártico y la exploración de gas proporciona un impulso para las estaciones marítimas.

por Patrick J. Kiger

Retrocediendo a la década de 1970, las empresas de servicios públicos estadounidenses, frustradas por la creciente inquietud pública sobre la energía nuclear que hacía más difícil para ellos encontrar sitios para nuevas centrales, ocurrió una descabellada tormenta de ideas. ¿Por qué no poner centrales nucleares completas en barcazas y colocarlas en alta mar, donde no estarían en el patio trasero de nadie, a menos que contaran los peces?


El plan nunca tuvo éxito, según un artículo publicado recientemente por Thomas Wellock, historiador de la U.S. Nuclear Regulatory Commission (Comisión Reguladora Nuclear de Estados Unidos). La financiación resultó ser tan difícil en el mar como en tierra. Las comunidades costeras se oponían a las centrales nucleares vecinas tanto como sus homólogos continentales. Un informe de U.S. Government Accountability Office (Oficina de Responsabilidad Gubernamental de Estados Unidos, GAO), que entonces era conocida como General Accounting Office (Oficina de Contabilidad General), planteó preocupaciones acerca de lo que sucedería en el ecosistema marino en caso de una crisis.

Pero ahora, en el otro lado del mundo, la idea de centrales nucleares en el mar está siendo reflotada.

La empresa estatal de energía rusa, Rosatom, está avanzando con planes para construir el Akademik Lomonosov, un barco que contendría un par de pequeños reactores nucleares capaces de generar hasta 70 megavatios de electricidad, suficiente para abastecer a una ciudad de 200.000 habitantes con electricidad, así como calor y agua desalinizada para beber. Rt.com, un sitio web de noticias ruso en idioma inglés, ha informado que la empresa rusa imagina la nave, que está programada para completarse a finales de 2016, como la precursora de una nueva generación de centrales sobre buques, pequeñas y portátiles, que podrían fabricar y exportar a otros países.

Pero es claro que el mayor ímpetu detrás del esfuerzo por desarrollar la energía nuclear modular y portátil en el mar, es el propio impulso ruso de exploración de petróleo y gas en las partes remotas del Ártico.

El derretimiento del hielo marino abrió la posibilidad de un mayor acceso a las riquezas del Ártico, incluyendo el 30 % del gas natural no descubierto del mundo, según una estimación del U.S. Geological Survey (Servicio Geológico de Estados unidos). El 60 % de ese combustible se encuentra en la zona ártica de Rusia, hogar de cuatro de los diez mayores campos de gas natural en el mundo.

Pero una de las grandes ironías de la industria es que se necesitará energía para extraer esa energía.

El desafío de hacer funcionar una infraestructura de extracción de energía en el extremo oriente ruso es tan grande que el ímpetu continúa impulsando el esfuerzo nuclear flotante hacia adelante, a pesar de estar lleno de problemas de financiación y retrasos.

La Marina de Guerra Nuclear
Si bien los planes de Rusia son a futuro, no va a ser el primer buque a energía nuclear en el mar. Desde que el USS Nautilus, un submarino de propulsión nuclear, fue el primero en hacerse al mar en 1955, ha habido cientos de buques militares estadounidenses y soviéticos a propulsión nuclear en los océanos del mundo. Muchos de ellos se retiraron después de la Guerra Fría, pero aún así, todos los portaaviones y submarinos de la marina norteamericana son de propulsión nuclear, y en fecha tan reciente como 2011, la Congressional Budget Office (Oficina de Presupuesto del Congreso, CBO) estudió si la propulsión nuclear es una opción viable para los buques de superficie. (Llegó a la conclusión de que el ahorro de combustible de petróleo no compensaría el costo inicial adicional de la adquisición de los buques).

No es tan conocido que el Ejército de Estados Unidos desplegó una variante de central nuclear en una barcaza, el Sturgis, en el Canal de Panamá, desde 1968 hasta 1976. En ese momento, había escasez de electricidad porque el agua para la energía hidroeléctrica fue desviada para dar cabida a un mayor tráfico de buques militares a través de la Zona del Canal, debido a la guerra de Vietnam y el cierre del Canal de Suez.

En 1976, el comandante militar de la Zona del Canal pidió que el Sturgis fuera retirado de la zona debido a las preocupaciones sobre los riesgos de violencia durante las negociaciones del tratado que entonces tenía lugar entre Panamá y Estados Unidos. Y a pesar de que se habían gastado poco más de un millón de dólares para instalar un sistema de refrigeración de emergencia de respaldo, el ejército norteamericano decidió en última instancia, el decomisionamiento de la central eléctrica. El Sturgis dejó una oleada de controversias sobre el riesgo nuclear marítimo a su paso, ya que fue golpeado y dañado por agitados mares de la costa de Carolina (sin fugas de radiación) mientras estaba siendo remolcado a su lugar de descanso final en Virginia.

La nueva central nuclear flotante de Rusia, el Akademik Lomonosov, tendrá diez veces la capacidad del reactor de 10 megavatios que estaba a bordo del viejo Sturgis. Con un par de reactores KLT-40 -el mismo tipo usado en los rompehielos nucleares rusos de la clase Arktika, que son aproximadamente del mismo tamaño. (La tan cacareada flota rusa de 37 barcos rompehielos incluye cuatro que son de propulsión nuclear, y tres más previstos para el 2017). Con un desplazamiento de 21.500 toneladas, el Akademik Lomonosov será de una escala mucho más humilde que las enormes centrales de energía flotantes alguna vez previstas por las empresas de servicios públicos de Estados Unidos. Y de acuerdo con el sitio web de OKBM, una subsidiaria de Rosatom, el barco será remolcado hasta su destino, en vez de navegar por sus propios medios.

En lugar de utilizar el uranio altamente enriquecido como los reactores de los rompehielos rusos, las unidades de la Akademic Lomonosov serán modificadas para funcionar con uranio poco enriquecido, para ajustarse a las normas de la Comisión Internacional de Energía Atómica destinadas a prevenir que el combustible sea robado y desviado para su uso en armas nucleares. La empresa catalogó una serie de otras características de seguridad en una presentación ante el OIEA este verano. Dijo que el Akademic Lomonosov está diseñado para soportar una amplia gama de diferentes eventos catastróficos, que van desde un terremoto con una magnitud de 10 y un gran tsunami lo suficientemente poderoso como para lanzar la nave de energía flotante a tierra. Podría incluso soportar un choque de una aeronave de 10 toneladas, de acuerdo con la presentación.

Además de un sistema de circulación de refrigerante pasivo y barras de control, en el caso de emergencia, los operadores podrían desplegar dispositivos de refrigeración de reserva activos y pasivos, y otro sistema diseñado para reducir la presión en el interior del edificio de contención.

Un sitio web corporativo promociona esta tecnología nuclear como resistente a los desastres, citando un ejemplo macabro: el submarino nuclear ruso Kursk, que se hundió en aguas poco profundas en el mar de Barents en agosto de 2000, al parecer después de que uno de sus torpedos estalló, matando a toda su tripulación de 118 hombres. "A pesar de la larga estadía del barco naufragado debajo del agua, no dio lugar a la salida de radiactividad al medio ambiente", proclama el sitio web OKBM.

Autónomo y portátil
Mientras que un portavoz de Rosatom no respondió a una correo electrónico solicitando comentarios, la página web de OKBM promociona las virtudes de las nucleares flotantes, diciendo que "las unidades de energía flotantes son más adecuadas para zonas de difícil acceso en las riberas de los grandes ríos o mares, lejos de los sistemas centralizados de energía. La compañía prevé que las centrales nucleares flotantes "estimularán la actividad económica y el mantenimiento de las condiciones de vida modernas de la población local" en el Ártico de Rusia, en las regiones subárticas del Lejano Oriente y en otras partes.

De hecho, la idea de una central nuclear autónoma, llave en mano, que flota en alta mar, puede sonar como un sueño hecho realidad para los países en desarrollo con ciudades y pueblos costeros remotos, hambrientos de energía. Y la tecnología tendría un precio de venta: World Nuclear News ha informado que la nave tendrá un costo de 9,8 mil millones de rublos, o $ 340 millones de dólares, una fracción de los miles de millones de dólares que cuesta una central en tierra de tamaño completo.

Pero desde el principio, el objetivo de la flota nuclear fue impulsar la exploración energética rusa. Ya en 2008, Bogdan Budzulyak, miembro del directorio del gigante energético ruso Gazprom, dijo a Rosatom que Gazprom necesitaría tres de las centrales de energía flotantes, para desarrollar los campos de gas del Ártico, según un artículo de 2010, de Thomas Young, investigador asociado del Monterey Institute of International Studies. Otros estiman que Gazprom podría necesitar hasta cinco plataformas nucleares flotantes para cumplir con sus planes de exploración del Ártico.

Desde entonces, Gazprom ha tenido que modificar considerablemente sus ambiciones. Sus esperanzas de que algún día las exportaciones de gas natural desde el Ártico hasta el mercado norteamericano ha sido defraudadas por la revolución del gas de esquisto en Estados Unidos. El socio noruego de Gazprom, Statoil, canceló su participación el año pasado en el enorme yacimiento de gas Shtokman, y el socio restante, la francesa Total, expresó que está trabajando con Gazprom en tecnologías para reducir el coste del desarrollo del Ártico. Clave entre estos costos ha sido el reto de suministrar energía a los equipos de perforaciones remotas como el mar de Barents.

Los riesgos del clima y el terrorismo
Muchos observadores de la industria -incluyendo tanto los críticos como los defensores de la energía nuclear en los Estados Unidos-, se muestran escépticos acerca de si la central nuclear flotante de Rosatom será la respuesta a los propios planes árticos de Rusia o para otras naciones hambrientas de energía. Plantean preocupación no sólo acerca de la confiabilidad, sino además si serán vulnerables tanto a condiciones climáticas extremas y a los ataques terroristas. El comentarista John Daly, analista de energía de Oilprice.com, fue tan lejos como para ridiculizar el Akademik Lomonosov como un "Chernobyl en el mar".

"La idea de comercializar estas cosas es forzada", dijo Ed Lyman, físico y funcionario de la  Union of Concerned Scientists (Unión de Científicos Preocupados, UCS). Señaló que la construcción del prototipo de nuclear flotante comenzó en 2007, pero se vio afectada por retrasos, incluyendo uno causado por la quiebra del astillero donde se ensamblaba. "Creo que para cualquier país que se viera la historia de este proyecto sería poco aconsejable comprar uno", dijo.

Lyman dijo que a pesar de las pretenciones de la compañía, la contención de los reactores nucleares portátiles podría no ser lo suficientemente resistente como para soportar peligros imprevistos. "Fukushima nos ha demostrado que pueden ocurrir accidentes que no podemos predecir muy bien", dijo. "Creemos que para la primera generación, necesita funciones adicionales para compensar las cosas que no se sabe que podrían pasar".

Lyman también cuestionó si la central nuclear flotante podría funcionar económicamente con uranio levemente enriquecido, en lugar de la variedad altamente enriquecida que permite a los rompehielos de propulsión nuclear moverse por largos períodos sin necesidad de reabastecimiento. "Ellos tendrían que abastecer de combustible a la central cada tres o cuatro años", manifestó Lyman.

Paul Génova, director senior de desarrollo de políticas en el Nuclear Energy Institute (Instituto de Energía Nuclear), organización de apoyo a la industria nuclear de Estados Unidos, con cede en  Washington DC, dijo que habría problemas para operar una pequeña planta nuclear en un ambiente extremadamente frío como el extremo oriente ruso. Los generadores diesel y baterías de respaldo, los sistemas de redundancia que fuerzan la alimentación del sistema de refrigeración de un reactor en caso de falla de la fuente habitual de suministro de electricidad, no funcionan tan bien en el frío, dijo. "Los diesel son difícil de encender en un clima muy frío, y las reacciones químicas de las que dependen las baterías se desaceleran a bajas temperaturas", según Génova.

Génova señaló que la industria nuclear de Estados Unidos también está tratando de desarrollar pequeños reactores modulares que pueden ser construidos en una fábrica y luego transportados a lugares remotos para proporcionar electricidad, pero esas unidades se instalarán en tierra debajo del suelo. Poner una planta de energía nuclear en un barco hace la seguridad y la vigilancia mucho más complejas, señaló. "En nuestro país, la Comisión Reguladora Nuclear querría saber cómo una barcaza amarrada en un muelle podría defenderse de posibles ataques terroristas", dijo.

"Creo que lo que están haciendo es interesante", dijo Génova. "Pero no estoy haciendo de ella el camino a seguir".

Fuente:
Patrick J. Kiger, Russia Floats Plan for Nuclear Power Plants at Sea, 23/10/13, National Geographic.

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