viernes, 31 de octubre de 2014

Opinión: "No debería haber nada construido en esa planicie, porque forma parte del río Luján"



En declaraciones realizadas en el mes de abril al programa radial Dejámelo Pensar, que conduce la periodista Sandra Russo por AM Del Plata, el profesor de Ciencias Geológicas de la UBA e investigador del Conicet, Eduardo Malagnino, se refirió a las últimas inundaciones ocurridas en la cuenca del río Luján. Desde una mirada técnica pero completamente accesible en cuanto a lo explicativo, el profesional expuso las modificaciones operadas en el curso inferior, cuestiones que agravan los efectos de las crecidas, además de alterar comportamientos naturales.

"El río Luján es un río de llanura, lo que significa que tiene una inclinación muy baja, y por ese motivo desarrolla un cauce bastante sinuoso, sobre todo en el último tramo. Y el cuso fluvial está acompañado por una planicie muy extensa, que puede llegar a tener 5.000 metros de ancho, que está periódicamente inundado por el curso fluvial. Cuando tenemos un exceso de precipitaciones en la cuenca, el río sale de su cauce y se mueve a lo largo de esa planicie, que se llama planicie de inundación", introdujo Malagnino.

El docente e investigador indicó que "desde el punto de vista del uso de la tierra, no debería haber nada construido en esa planicie, porque forma parte del río Luján".

En ese sentido, recordó que "normalmente se piensa que más allá del cauce propiamente dicho, el resto no pertenece al sistema fluvial, pero el resto pertenece al sistema fluvial y no hay forma de separarlo, porque si yo modifico algunas de esas variables de la superficie, modifico el río".

En cuanto a las transformaciones propiamente dichas. Malagnino apuntó principalmente a la construcción de emprendimientos urbanísticos privados en los humedales del río Luján: "Estamos hablando de una superficie que periódicamente se inunda. Por eso para hacer algo, es necesario hacer una estructura por encima de esa superficie. Desde el punto de vista del uso de la tierra, lo único que se puede hacer en esa superficie es ganadería, porque no se puede cultivar debido al agua que contiene el subsuelo por ser zona inundable.

"Si quiero construir algo ahí y no quiero quedar bajo el agua, necesito levantar el terreno, para eso se hace una excavación, y con lo que se saca se hace un alteo para construir viviendas. El resultado final es que yo modifiqué radicalmente la planicie de inundación".

A esas transformaciones, se suma "una especia de protección que impide que el río pueda mantenerse en el valle de inundación". Como resultado, "la planicie que antes tenía unos 4.500 metros de ancho, es reducida en un 50 o 70 por ciento". Como caso testigo, se refirió al barrio privado San Sebastián, en Pilar, una obra impulsada por la mega empresa inmobiliaria Eidico (conocida en Luján por la polémica en torno al COU) "que ocupó la mitad de la superficie de inundación".

"Este tipo de reducción lo que produce es un retardo en la bajante del río cuando se produce un exceso hídrico. En condiciones naturales, el curso fluvial invade la planicie de inundación y el agua tiene un tiempo de residencia prolongado por tratarse de una superfice de poca profundidad, y cuando se produce la bajante del río, el agua no puede volver tan rápido al río. Ese tiempo de residencia se prolonga más si encima le reduzco la mitad de la superficie", planteó.

Desde el punto de vista del impacto ambiental, "eso significa que en el lugar de tener una inundación estandarizada, voy a tener una inundación mayor porque las modificaciones constituyen represas parciales; y el otro tema es que el tiempo de residencia de la inundación es mucho más basto, el agua dura mucho más tiempo, aumentando la magnitud de la inundación y la superficie afectada".

Malagnino opinó que "el problema de las inundaciones es uno de los aspectos negativos que aparece en lo imediato, pero hay otros problemas que van a tardar un poco más en manifestarse, pero todos tienden a incrementar el peligro de las inundaciones, que de por sí ya son naturales en el área".

En cuanto a las posibles soluciones, comentó que "tienen costos económicos superlativos, se tiene que gastar mucha plata para manejar un problema de inundación que en realidad no se hubiera generado si no se hubieran hecho obras de esta naturaleza".

Consultado por las alternativas de entubamiento o rectificación del río como formas de solución, Malagnino fue tajante: "Eso es una barbaridad, es una solución perversa. Nosotros generamos un sistema caótico natural que funcionaba perfectamente. Y cuando el sistema da una respuesta negativa, entonces consideramos que debemos domarlo definitivamente y hacerlo desaparecer metiéndolo adentro de un caño. En realidad lo que hay que hacer, si actuáramos de manera racional, es sacar esos barrios privados y no permitir nuevas construcciones en medios con dinámicas geológicas particulares".

"De hecho, con el tiempo probablemente se termine haciendo eso, porque los países más desarrollados han probado todas las soluciones posibles y finalmente encontraron que la relocalización de centros urbanos era la mejor solución para volver a una situación previa a esas modificaciones".

"San Sebastián se pudo construir porque pertenece al partido de Pilar, donde no hay restricciones sobre los humedales, el partido de Campana tiene restricciones, pero hay una presión muy fuerte para que eso se cambie. Cuando se producen estas modificaciones hay que hacer un sistema de manejo del problema y obras complementarias para mejorar algo que en realidad funcionaba bien. Esos gastos los termina pagando la Municipalidad y los contribuyentes, incluso los que no son directamente afectados por las inundaciones. Esa es la parte que no se ve, la gente no sabe que aunque vive lejos de estos problemas, igualmente termina pagando un problema de manejo ambiental y urbano", concluyó.

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