lunes, 24 de noviembre de 2014

Viaje a los pueblos bonaerenses que pelean contra el olvido

San Mauricio, Rivadavia

Juan Viel y Fedra Grosso son dos aficionados a la fotografía que recorrieron, desde 2012, más de 400 pueblos olvidados del interior bonaerense, retratando a sus paisajes y su gente. Una aventura que los llevó a recorrer más de 100.000 kilómetros por toda la Provincia y tomar más de 10.000 fotografías.

Cascada es uno de esos pueblos perdido entre las red de caminos vecinales bonaerenses, dueño de un esplendor que quedó lejos, con la partida del último tren y que ahora es casi puro pasado. Tiene su iglesia, su plaza, su almacén de ramos generales y a Coronel Suárez como la referencia más cercana. Juan Viel dice que, además de todo eso, Cascada conserva dos habitantes. Pero, aunque antes de llegar al pueblo le pasaron ese dato, él no los pudo encontrar. No le parece muy extraño. Desde que a partir de 2012 comenzó a recorrer recónditos pueblos bonaerenses con sus equipos de fotógrafo aficionado, se acostumbró a que los escasos habitantes de esas a veces pequeñas poblaciones, a veces apenas parajes, a veces caseríos, se muestran reacios a contactarse con él”.

“Muchos se esconden, a veces tardan horas en aparecer y preguntar cómo y para qué llegué al pueblo. Y hasta no faltan las oportunidades en que, inquietos, llaman a algún policía. Es que es frecuente que se trate de gente muy mayor que nunca se movió de sus pueblos y que no está acostumbrada a recibir visitas”.

Juan Viel también es bonaerense, vive en San Isidro y hace dos años comenzó a hacer, junto a su novia Fedra Grosso, un viaje muy especial. Consiste en recorrer y retratar esos pueblos perdidos de la Provincia que tienen mucho en común. Sus orígenes, vinculados a la actividad rural y a la llegada del ferrocarril, su fisonomía con corazón de plaza y en los últimos tiempos, en los casos más extremos, una lucha diaria con la naturaleza, que trata de ganarle terreno a las viejas estaciones, los viejos galpones ferroviarios, invadiéndolos por dentro y dibujando un paisaje nuevo.

Desde que la aventura de Viel comenzó, ya llevan recorridos más de 100.000 kilómetros, que les permitieron visitar alrededor de 400 pueblos y sacar más de 10.000 fotografías.

La idea era sumar las mejores de esas fotos y publicar un libro y ese proyecto sigue vigente. Pero en el medio se cruzaron las redes sociales y Juan Viel y Fedra Grosso crearon una página de Facebook, Pueblos Buenos Aires, con las fotos que van sacando. Y ese perfil ya tiene más de 50.000 seguidores.

No son los únicos que transitan la red de caminos que llevan a los pueblos olvidados de la provincia. Otro perfil de Facebook, el de Proyecto Pulpería, andan por los mismos caminos. Pero en este caso se trata de una ONG que nació a partir de la iniciativa de Leandro Vesco, un periodista porteño que comenzó recorriendo los pueblos para sacar fotografías y hoy trata de favorecer la recuperación de esos sitios a través de la creación de bibliotecas, puesta en valor de pulperías y otras iniciativas de índole cultural.

Una de las características del perfil de Juan Viel es que está centrado en los paisajes. Allí se ven construcciones ferroviarias, viejas almacenes de ramos generales, veredas, caminos de tierra, grandes extensiones de campo, escuelas, plazas, tanques de agua.

Los nombres de los pueblos son para muchos completamente desconocidos: Las Mostazas, Cascadas, Chas, Pillahuinco, Las Nutrias, El Pensamiento, San Mauricio y la lista sigue.

En las imágenes que dejan los pueblos se ven caballos, viejas edificaciones carcomidas por el tiempo, autos de modelos inconseguibles, casas perdidas en la inmensidad del verde pampeano.

Menos común es que en las fotos aparezcan pobladores y esto tiene que ver conque, por lo general, las visitas a los pueblos son rápidas y la actitud de los habitantes de los pueblos, reticente a aparecer, dice Viel.

El origen de una idea
Juan Viel cuenta que se le ocurrió empezar a recorrer los pueblos bonaerenses para fotografiarlos, en principio, “por aburrimiento”. Sus hijos vivían en Lincoln y él en San Isidro y eso lo obligaba a manejar desde el conurbano norte al interior bonaerense todos los fines de semana.

“Para no aburrirme empecé a cambiar de camino y eso me llevó a rutas diferentes y de a poco me fui acercando a los pueblos. Por entonces mi hijo había empezado a manejar y para practicar salíamos a los caminos vecinales y desde allí a conocer nuevos pueblos”, cuenta. “Son pueblos que estuvieron muy ligados a la actividad rural y al ferrocarril. Cuando a partir de la década del ´70 los ferrocarriles se empiezan a abandonar, muchos de estos pueblos se quedaron detenidos en el tiempo”.

Viel, que es hijo del poeta Héctor Viel Temperley, se autodefine como un aficionado a la fotografía. Su trabajo es otro: junto a Fedra vende semillas para césped y eso también lo lleva a salir cada tanto a la ruta para trabajar. Y de paso, visitar y fotografiar pueblitos.

Juan Viel cuenta que adoptaron la modalidad de buscar los pueblos en Google Earth y salir a la ruta hasta encontrarlos y retratarlos. Después, muchas de esas fotos son subidas por ellos al sitio de Google.

“Una de las cosas que se va desprendiendo de nuestra experiencia es el estado de las rutas. Cómo siendo Buenos Aires la provincia más importante del país tiene rutas en un estado lamentable, como la 7, la 9, la 5. Muchos de los pueblos que visitamos está virtualmente aislados por el estado de los caminos vecinales, muchas veces anegado. Si eran pueblos demasiado vinculados al tren, que estaban muy lejos de la ruta, seguramente son pueblos que hoy están casi deshabitados y abandonados.

Tal es el caso de San Mauricio, un pueblito ubicado a 20 kilómetros de Rivadavia donde hay alrededor de medio centenar de casas viven sólo cinco personas.

Viel cuenta que muchos de esos pueblos están habitados sólo por persona mayores que nacieron y crecieron en ellos y que no conocen otro sitio.

En otros, también se pueden ver casas utilizadas como viviendas de fin de semana por gente de pueblos cercanos. O hasta por gente llegada desde las grandes ciudades que se instaló en una casa abandonada, una estación de tren, una casa perdida en un viejo campo.

La economía de estas familias suele ser de subsistencia. Muchos están al frente de pequeñas chacras dedicadas a una producción menor, destinada al autoconsumo.

“La gente joven de estos pueblos salió a estudiar y muchos de ellos jamás regresaron”, dice Viel, quien identifica un origen común en la mayoría de estas poblaciones.

“Son pueblos que estuvieron muy ligados a la actividad rural y al ferrocarril. Cuando a partir de la década del ´70 los ferrocarriles se empiezan a abandonar, una tendencia que se va a profundizar en los años ´90, muchos de estos pueblos se quedaron detenidos en el tiempo”, dice Viel.

Viel, que tiene 50 años, agrega que son más de 1.000 los pueblos que reúnen estas características en la Provincia y sueña con recorrerlos y fotografiarlos a todos. Para eso, junto a Fedra y a veces a su hijo Segundo (19) hace salidas que duran algunos días en las que recorren y fotografían grupos de pueblos en distintos partidos.

Ahí ven algunos elementos que ya no es tan común encontrar en las grandes ciudades. Como las canchas de pelota, las canchas de bochas, las pulperías, los grandes almacenes de ramos generales que, en algunos de los pueblos, sobreviven como encapsulados en el tiempo.


Juan Viel y Fedra Grosso

Fuente:
Viaje a los pueblos bonaerenses que pelean contra el olvido, 23/11/14, El Día. Consultado 24/11/14.

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