viernes, 27 de febrero de 2015

“Pensé que soñaba, que era una pesadilla”

Graciela Rádicci. Estaba durmiendo cuando se le lleno de agua la habitación de su casa en Tránsito. Foto: Jairo Stepanoff/ LaVoz

Graciela Rádiccille va medio siglo viviendo en Tránsito. Dice que nunca vivió una inundación como la del miércoles.

A Graciela Rádicci la despertó un sonido extraño que entraba a través de la ventana de su dormitorio desde la calle Independencia. Dice que era como “un chirrido de agua, como si corriera un arroyo por la vereda”.


Quiso encender el velador pero la electricidad estaba cortada.

La noche en Tránsito era cerrada en la madrugada y parecía que el cielo no iba a terminar nunca de desplomarse en forma de lluvia torrencial sobre ese pueblo gringo ubicado a la vera de la ruta 19, a 102 kilómetros al este de la ciudad de Córdoba.

En la oscuridad, se sentó en el borde de la cama y comenzó a tantear con sus pies en busca de las pantuflas.

“Me pegué un susto grande cuando me di cuenta de que la pieza estaba llena de agua, que se me había inundado por completo”, comenta la mujer mientras le alcanza un tacho plástico a Alejandra Argüello, una vecina que ayer se arrimó hasta su casa para darle una mano con la limpieza.

“Al principio pensé que estaba soñando, que era una pesadilla”, dice y señala la marca de humedad en la pared de su cuarto, a unos 50 centímetros por encima del zócalo. “Tardé un ratito en tomar conciencia de que la casa se estaba inundando y que las calles se habían convertido en canales con una correntada bárbara”, apunta.

Nunca igual
Graciela asegura que en los más de 50 años que hace que llegó al pueblo “jamás había visto una cosa así”.

“Nos hemos inundado otras veces pero nunca de esta manera ¡Esto es algo tremendo!”, se lamenta y hace visera con su mano derecha apoyada en la frente.

Magalí Ferreyra, su hija, asegura que el miércoles al mediodía el agua sobre la calle Julio Argentino Roca superó los 50 centímetros y que la que bajaba desde el oeste rebasó el terraplén de las vías del ferrocarril y pasó para el otro lado del pueblo.

“Pueda ser que no se me hayan roto la heladera ni el lavarropas, porque no sé qué voy hacer si me los quemó el agua”, concluyó la mujer.

“Pensé que soñaba, que era una pesadilla”, 27/02/15, La Voz del Interior. Consultado 27/02/15.

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