viernes, 25 de septiembre de 2015

Los fósforos del Cordobesismo


Un informe de la UNC reveló que durante el período 1999-2013, se incendiaron 657.000 hectáreas en las sierras cordobesas. Las Sierras Chicas tiene el mayor índice de incendios. ¿Qué es lo que origina el fuego?

por Lea Ross

657.000 hectáreas es el equivalente a la superficie de la ciudad de Córdoba multiplicado por 12.

657.000 hectáreas es el área de la región serrana de la provincia cordobesa que fue arrasada por los incendios durante el período 1999-2013.

Así lo revela un trabajo inédito realizado por un equipo de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC) y del CONICET. Bajo una idea surgida por la doctora Laura Bellis hace cuatros años, la investigación se llevó a cabo mediante registros creados por el satélite Landsat, un aparato construido por la NASA, cuyas imágenes son suministradas de manera libre.

Desde alguna recóndita oficina de la laberíntica Facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, ECOS Córdoba charló con Juan Pablo Argañaraz y Marcos Landi, ambos becarios del CONICET e integrantes del equipo de trabajo que emprendió ésa tarea. Aseveran que es la primera vez que se hace un relevamiento de éste tipo. Aclaran que no se pudo constatar los registros del año 2012 por un desperfecto del satélite, aunque no fue un año destacadísimo debido a que fue una temporada muy lluviosa.

“El fuego es una parte del ecosistema”, explica Marcos Landi, quien se especializa en los incendios de la zona chaqueña. “Entonces, el bosque tiene cierta capacidad de recuperarse. Pasa un incendio y, a no ser que el fuego haya sido muy intenso, el bosque en algún tiempo podrá recuperarse. Por eso esa idea de que si el bosque se quemó lo perdimos es mentira”, aclara el especialista en alusión a las impactantes imágenes que a uno le remite sobre llamaradas gigantescas, típicas de un incendio en los pinares, pero no la de un típico bosque de Córdoba.

Dentro del período que va del año 1999 al 2011, la vegetación más afectada por los incendios fueron los pastizales, con un total superior a las 170.000 hectáreas. Ocupan el 39 % de la superficie quemada. Con más de 134.000 hectáreas incendiadas le siguen los arbustales, que conforman el 31 %. Mientras que los bosques se mantienen en un cómodo tercer puesto de 81.000 hectáreas quemadas, equivalente al 19 %. El resto son zonas agrícolas y periurbanas (11 %, más de 51.000 hectáreas).

“El fuego tiende a frenarse en el bosque. Siempre pensando en un bosque maduro. Suele haber poco combustible abajo”, señala Juan Pablo Argañaraz, quien junto con Marcos integra el Instituto de Diversidad y Ecología Animal (IDEA), perteneciente al CONICET-UNC. “En cambio, cuando se degrada el bosque, quizás por desmonte o tala selectiva, se va abriendo, llega más luz y crecen los pastos. Y el pasto es el material más inflamable, porque se quema con mayor facilidad. Eso va ayudando quizás a que haya fuegos más frecuentes, pero es un proceso. La pérdida de bosque por fuego es más un proceso que algo que ocurre en el momento en que se inició el incendio”.

Jugando con fuego

El estudio analizó las imágenes satelitales de las sierras cordobesas, dividiéndolas en cuatro regiones: las Sierras Chicas, en donde el fuego alcanzó el 36,2 % de su superficie; las Sierras Grandes, con el 27,6 % de su área alcanzada por el fuego; las Cumbres de Gaspar con el 35 % y las Sierras del Norte con el 14,8 %. Todo esto da un total del 27,1 % que conforma el paisaje quemado.

Efectivamente, otras observaciones encontradas en el trabajo de investigación son la presencia de viviendas, apegadas a una zona vegetal propensa a producirse fuego.

Aquí entra en juego las edificaciones ubicadas en las llamadas interfaces urbana rurales. La relación entre viviendas y con la región cubierta por vegetación, dentro de estas fases intermedias entre lo urbano y lo rural, se encuentran de dos modos distintos: el “intermix” (o intermedia) es en donde los establecimientos particulares se encuentran dispersos dentro de la zona vegetal; mientras que la interfase “buffer” (o de borde) cuando hay una clara línea imaginaria que divide la zona urbana de la rural; es decir, las viviendas están más apegadas entre sí.

En la gráfica de abajo, se observa la distribución de incendios que hubo en las Sierras Chicas en el 2013, en donde se quemaron 40.000 mil en total. El fuego está representado con color rosado. Mientras que las interfaces (IUR) están representadas de colores naranjas (intermedia) y moradas (borde). A su vez, se puede observar una dispersión de polvo, conformada por pequeños puntos negros: cada punto negro representa una casa. Efectivamente, se puede observar que los puntos negros están más concentrados, y por ende más notorios desde lo visual, en la interfase buffer.


Aquí, se observa el paso del fuego atravesando el intermix, con las casas que habitan dentro de un área repleta de vegetación y que está siendo devastada por el fuego. Y luego, el fuego se aproxima a las casas que están congregadas en la interfase buffer. “Es preocupante. Se dispara un alarma de riesgo en esos lugares”, señala uno de los autores del trabajo. La foto intermedia de abajo representa las cercanías de la ciudad de Villa Carlos Paz.

Ahora bien, ¿por qué surgen los incendios?

La explicación que dan los autores se basa principalmente en tres variables. La primera es la conformación de la propia biodiversidad, con una fuerte presencia de los pastizales. “En las Sierras de Córdoba tenemos un extenso pastizal. Y los pastizales de todo el mundo tienden a quemarse fácil y es de propagación rápida”, señala Landi. “Además, se recupera la cantidad de combustible relativamente rápida. Los pastizales se recuperan de un incendio de uno a tres años. En cambio, en los bosques y arbustales de nuestra región, el crecimiento del material leñoso es más lento. Por lo que pueden pasar varios años hasta que se acumule una cantidad de combustible suficiente para que vuelva a quemarse”, aporta Argañaraz. Sin embargo, los especialistas aclaran que los restos de un bosque quemado también pueden actuar como combustible para la propagación del fuego.

La segunda variable es la del clima. Las Sierras Chicas tiene la particularidad de tener períodos más húmedos y más cálidos que otras tierras. En los momentos de humedad, el desarrollo vegetal se acelera. Pero al caer los momentos secos, las propias plantas actúan como “combustible” para lograr el surgimiento y la propagación del fuego. En especial, los pastizales. “A la salida del invierno, tenemos temperaturas bastante elevadas, sumado a vientos, que hacen un combo ideal para que se produzca el incendio”, apunta el equipo.

Y finalmente, se encuentra la tercera variable, que es la presencia humana. En particular, el trabajo de la UNC destaca dos factores: la densidad poblacional y la distancia de los basurales.

“En general, lo que vimos es que con aumentos pequeños de la densidad poblacional ya se manifiesta un crecimiento en la frecuencia de incendios. Y por otro lado: la cercanía de los basurales. Lo que nos da pie es que evidentemente que hay incendios que se originan por la quema de la basura”, señala Argañaraz.

La siguiente imagen contiene tres mapas de las Sierras Chicas, publicadas por el portal de periodismo científico UNCiencia en base al mismo trabajo de investigación. El mapa de la izquierda refleja que cuando más rojas son las regiones, más frecuente son los incendios. El mapa del medio muestra la densidad poblacional de cada comuna. Los colores más oscuros son los más pesados a nivel demográfico. Y finalmente, el mapa de la derecha refleja la cercanía de los basurales. Los puntos fuertes señalan las distancias más cortas entre establecimientos y depósitos de residuos sólidos. Como puede observarse, los lugares de mayor frecuencia de incendios están pegados a los lugares con mayor densidad poblacional y con mayor cercanía a los basurales.


De los basurales, se deduce que el fuego nace por la quema de los mismos. ¿Pero por qué el crecimiento poblacional generaría las llamas? Los autores deducen que en esos lugares hay actividades que producen el incendio. “Nosotros no sabemos qué están haciendo. Pero la presencia humana está relacionada con esto. No podemos discriminar si fue el productor rural o si fue el que quema los restos de poda”, señala Argañaraz, a lo que Landi aporta es que “para que haya un incendio, necesitas que haya un material disponible y seco para quemarse. Y además necesitas fuentes de igniciones. Lo que puede pasar es que al haber mayor cantidad poblacional, puede haber mayor cantidad de igniciones”.

“Pero no sabemos cuáles son los comportamientos que derivan en eso”, cierra Argañaraz.

“No arroje cigarrillos”

Noticias sobre terribles incendios que afectan las sierras aparecen cada dos por tres. Pero noticias que hayan revelado el origen de los incendios pocas. Marcos Landi asevera que hay un problema desde lo gubernamental a la hora de afrontar estos peligros: “En lo personal, yo pienso que el gobierno no hace tanto hincapié en las causas que genera el incendio a la hora de tratar el tema. Sino que se aboca directamente a la lucha contra el fuego cuando ya está ahí. Todos los recursos que se están destinando van especialmente al equipamiento de los bomberos. La otra parte, que es la fase preventiva, está ausente”.

Siguiendo con el rol de los “combustibles” (pastizales, basurales, restos orgánicos), para Juan Argañaraz, el manejo de los mismos son claves a la hora de afrontar ésta problemática: “La tendencia mundial es el manejo de los combustibles. Algunos proponen quemas prescriptas, es decir, hacer quemas en alguna época del año donde no tengas problemas de que se vaya de control. Otros que se puede controlar por acción mecánica o mediante ganado. Entonces la tendencia va para eso lado. También sería importante que no se utilice material inflamable y quizás hacer un trabajo más exhaustivo de mantener limpio las llamadas zonas defendibles, alrededor de las viviendas, en donde no tenés que tener ni árboles, ni arbustos”.

Las noticias de sorpresivos incendios seguirán apareciendo. Revelar las razones de su origen será un debate pendiente.

Mientras el Gobierno Provincial pide, desde sus propagandas televisivas, que no arrojemos un cigarrillo usado.

Fuente:
Lea Ross | @LeandroRoss, Los fósforos del Cordobesismo, 24 septiembre 2015, ECOS Córdoba. Consultado 25 septiembre 2015.

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