miércoles, 2 de diciembre de 2015

El barro


Con la rotura de la barrera entre la metáfora y la catástrofe, Brasil se hace irrepresentable.

por Eliane Brum

Cómo no recordar, todos los días, que el barro avanza. Ese barro tóxico que mata a gente, mata animales, mata plantas, mata historias. Ese barro que se tragó un pueblo llamado Bento Rodrigues, asesina al río Doce, avanza por el océano, atraviesa los estados de Brasil y sigue avanzando. Ese barro que dejó a medio millón sin agua. Ese barro venenoso que se va comiendo el mundo como si fuese un organismo vivo. Ese barro muerto que se mueve. Y al moverse, mata. Mientras alguien se toma un café, agarra el autobús, se queja del tráfico, se hace una selfi, se enamora, ve una serie de Netflix, se preocupa por las cuentas, tiene sexo, se queja del jefe, siente que el día a día no está a la altura de sus grandes esperanzas, se pelea en Facebook, hace planes para las fiestas de fin de año, se traga unas gotas de Rivotril, el barro avanza. Mientras escribo, el barro avanza. Parpadeamos, y el barro avanza. Parece casi imposible pensar en algo diferente de que el barro avanza. Y nadie puede afirmar adónde llegará el barro.

Es más como una película de imágenes imposibles, cada uno entre sus muros, fronteras cada vez espinadas, y el barro avanzando. Día y noche, ese barro que no duerme. Avanzando. Tal vez fuese necesario un movimiento más de vanguardia en el arte, que dé abasto del exceso de real de la realidad. Del barro que avanza. Concreto, espeso, tóxico. Ineludiblemente barro. ¿Qué Guernica podrá pintarse ante la obra de Samarco, la empresa minera que pertenece a Vale (antes llamada "del Río Doce", o Río Dulce, en portugués) y a la angloaustraliana BHP Billiton? Necesitamos un Guernica para representar lo irrepresentable de ese barro que avanza mientras hacemos pis.

Tendría que haber una bienal de las artes que crease colectivamente una representación ante el barro, en tiempo real, una bienal viva ante el barro muerto que mata. Para que el barro que avanza no se pudiese olvidar, además de aquellos que jamás podrán olvidarlo porque en él perdieron a quienes amaban. O perdieron un río. O, en el hilo de voz del hombre que le cuenta a un reportero de televisión que perdió la fotografía de su padre y de su madre. A él mismo le parecía poco, pero lo sentía tan dolorido que era tanto. No era carne, sino historia, una historia que decía que él tuvo un padre y una madre que un día hicieron un retrato para representarse. Y el barro se lo comió.

El barro avanza. No solo como metáfora, como lo había sido hasta el 5 de noviembre, cuando se rompieron los muros de contención y soltaron todo lo que estaba reprimido. El barro avanza y mata a Emanuely, a Thiago, a Waldemir, a Claudio, a Sileno, a Marcos, a Marcos Aurélio, a Samuel, a Mateus, a Edinaldo, a Daniel... Más dos muertos aún sin nombre. Se han encontrado al menos 13 cuerpos en el vientre de ballena del barro. Trece personas, con sus historias, sus sueños, sus desesperaciones, sus amores. Trece que se multiplican por cientos que se despertarán cada día con el cuchillo del luto agujereándoles el pecho.

Y por lo menos ocho desaparecidos, que un día podrán ser escupidos por el barro. O no. Ocho que desaparecieron y también fueron amados por alguien y que también soñaban y que también sudaban y que también querían. Ocho de quienes aún se espera que aparezcan para decir que escaparon de los dientes del barro para abrazarlos con fuerza y para que se conviertan en historias de superación o de cuento de Navidad. Y están los peces, que se dimensionan en toneladas y no parece posible entender que las vidas se dimensionen en toneladas, apenas porque son otras vidas o vidas de otros. Están las tortugas. Están las especies que podrán dejar de existir, un tipo de vida que desaparece por completo, la pobreza máxima, insuperable, aquella para la que no existe ninguna posibilidad de Bolsa Familia como rescate. Están todas las plantas que ya no harán la fotosíntesis, los árboles que ya no respiran. Flores ahogadas. Está el río asesinado. El no río.


Y el barro avanza.

No como metáfora.

Pero también como metáfora. Mientras que el barro avanza -“va a invadir el archipiélago de Abrolhos”, “no va a invadir el archipiélago de Abrolhos”, “ha alcanzado el nido de las tortugas gigantes”, “se prohíbe el acceso a algunas playas de Espírito Santo”...- hay un barro metafórico que nos entra por la boca y nos hace toser. Pero la tos no nos libera, porque estamos intoxicados de barro. Ese barro que fluye por las venas de este cuerpo que llamamos país.

El barro que niega el barro. Así como Vale y BHP Billiton fingen que Samarco es una cosa distinta de ellas mismas. Así como el gobierno federal finge que poner multas es una demostración de fuerza, sin decir que las empresas multadas pagan apenas un 3 % de las multas, y sin decir que no habrá dinero que pueda dar abasto para reparar los daños. Ni siquiera los 20.000 millones de reales (5.194 millones de dólares) que el gobierno federal anunció que va a exigir en los tribunales. Sin admitir, principalmente, que si una presa de residuos de minería se rompió en Mariana es porque hay algo que se fue cor(rompiendo) en todo el proceso que permitió que esa presa se rompiese. Algo que es necesario corregir en seguida, porque hay otras presas, otros barros, que pueden avanzar en cualquier momento porque hay algo corrupto hace mucho tiempo, que precede al barro que mata. Y ahora aquello que era una metáfora ya no lo es.

Mientras el barro que mata avanza, otro barro que también mata, el barro al que se le puede llamar primordial, también avanza. Y avanza rápido. Cuando el barro que mata avanzaba desde hacía 20 días, la Comisión Especial de Desarrollo Nacional, vale la pena prestar atención a las palabras elegidas para nombrar esa comisión del Senado, aprobó un proyecto del senador Romero Jucá, del Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB) de Roraima, para acelerar la concesión de licencias ambientales a “proyectos de infraestructura estratégicos para el interés nacional”. Debido a la presión del momento, la explotación de los recursos minerales se eliminó de la lista de los proyectos considerados prioritarios. Pero la lista de los beneficiados por ese licenciamiento más fácil no es nada pequeña: obras de los sistemas vial, naval, ferroviario y aéreo, puertos e instalaciones portuarias, energía y telecomunicaciones.

No es un proyecto para volver los procesos de licenciamiento ambiental más rígidos y eficaces, menos sujetos a corrupción y a presiones. No es un proyecto para fortalecer a los órganos responsables, garantizar el seguimiento y la información independientes y ampliar los equipos de inspección. No. Veinte días después de que la presa se rompiese y el barro comenzase a avanzar sobre el cuerpo del país, esta comisión del Senado aprobó un “rito sumario”, que les facilita la obtención de licencias a las empresas y limita el plazo entre la petición del “emprendedor” (otra palabra interesante) y el licenciamiento ambiental a cerca de ocho meses. Si el órgano responsable de otorgar la licencia no cumple el plazo, esta se concede automáticamente. Sin ningún análisis sobre la vida, sobre el planeta, sobre el futuro. Porque, como declaró el autor del proyecto, Romero Jucà, el licenciamiento ambiental es el “villano” de los grandes proyectos. Según esta lógica del senador, tan cristalina como el agua del río Doce difícilmente volverá a ser, se acabará concluyendo que la catástrofe de Mariana fue causada por el exceso de rigor en el licenciamiento ambiental de la obra de Samarco (léase Vale y BHP Billiton).

Y el barro avanza.

¿A quién sirve este proyecto que avanza en el Senado, mientras avanza el barro que mata? Al país, es lo que dicen. Forma parte de algo bautizado como “Agenda Brasil”, un paquete de propuestas “con el fin de estancar la crisis política y estimular el crecimiento de la economía”. Lo presentó en agosto el presidente del Senado, Renan Calheiros (PMDB de Alagoas) como una salvación para Brasil y para la debilitada presidenta Dilma Rousseff, del Partido de los Trabajadores (PT).

Brasil necesita avanzar, recordó Renan Calheiros. Pero es el barro el que avanza.

Brasil necesita avanzar, recordó Renan Calheiros, con pose de estadista, seguro de que ningún ciudadano brasileño que haya seguido su carrera en los diversos gobiernos y parlamentos de la redemocratización pueda tener alguna duda sobre la veracidad de su preocupación por el país, sobre su amor exacerbado por la Constitución, sobre su compromiso mayor con el interés público. Él, investigado por la operación Lava Jato; él, sospechoso de haber pagado la pensión de una hija con el dinero de una empresa contratista; él, que utilizó un avión de la FAB para llevarlo a Pernambuco a hacer un implante de 10.000 cabellos, la Fuerza Aérea Brasileña a servicio de su urgencia de dejar de ser calvo. Y la Agenda Brasil avanza, al facilitar el licenciamiento ambiental en nombre no de los intereses individuales y privados, en absoluto. Renan Calheiros y el grupo de senadores que aprobaron el proyecto aseguran que no se trata de eso. Y aquel que cree que el barro jamás llegará a su puerta se lo cree.

La Agenda Brasil avanza en nombre del “interés nacional”.

Y el barro avanza.

La comisión con nombre interesante del Senado aprobó el proyecto el día 25 de noviembre. El mismo día, el gobernador de Minas Gerais, Fernando Pimentel, del PT de Minas Gerais, también aprobó el suyo en la Asamblea Legislativa de ese estado. Sí, él, el hombre que dirige el estado en el que se inició aquel que se considera “el mayor desastre ambiental de la historia de Brasil”, y que, dependiendo de las investigaciones de la Policía Federal, podrá ascender a “mayor delito ambiental de la historia de Brasil”. El gobernador propuso acelerar el licenciamiento ambiental, inclusive para empresas de minería, porque, como todo el mundo sabe y el accidente de Samarco (léase Vale y BHP Billiton) ha probado, la tardanza en el licenciamiento ambiental es el gran problema de Brasil.

No las presiones, la corrupción, los intereses privados por encima de los intereses públicos, la precariedad de los estudios previos y de los estudios de seguimiento, la fragilidad de la vigilancia, la indigencia de las inspecciones. No. El problema en Brasil es que el licenciamiento ambiental tarda, el drama del país son esos ambientalistas que exigen que presas como la de Fundão tengan vigilancia, inspección y un plan en caso de accidentes. Como gobernador diligente y preocupado por el medio ambiente, en sintonía con los retos que se están debatiendo en la Cumbre sobre Cambio Climático que se inicia en París, Pimentel ha resuelto el problema, en perfecta armonía con los elevados principios de los diputados de Minas Gerais que aprobaron el proyecto.

Con el licenciamiento ambiental acelerado, obviamente las presas ya no van a romperse ni a matar a personas, animales, plantas, ríos. Tiene todo el sentido, ¿quién no está de acuerdo con esa lógica límpida, como el agua del río Doce difícilmente volverá a ser? Tanto empeño y celeridad, ¿para qué? ¿Para priorizar a las grandes empresas, de sectores como la construcción y la minería, que por coincidencia también son las grandes financiadoras de las campañas electorales? Claro que no, garantizan los que hacen las leyes. Todo esto es por el bien de Brasil. Y aquel que se conmueve con las imágenes de los enterrados por el barro en el telediario, pero está seguro de que la masa tóxica jamás llegará a su puerta, mucho menos a su nariz, se lo cree.

Y el barro avanza.

Justo al día siguiente de la ruptura de la presa, el secretario de Desarrollo Económico de Minas, Altamir Rôso, ya se había apresurado a asegurar, antes del inicio de cualquier investigación: “Samarco (léase Vale y BHP Billiton) es una de las que más se preocupan por la seguridad y el medio ambiente”. Y, a continuación: “Samarco (léase Vale y BHP Billiton) también es una víctima”.

Y el barro avanza.

Pero todavía hay quien crea que jamás llegará a su puerta.

La Organización de Naciones Unidas denuncia que las medidas tomadas por el gobierno federal de Brasil, Vale y BHP Billiton han demostrado ser “claramente insuficientes” para hacerle frente a una catástrofe equivalente al volumen de 20.000 piscinas olímpicas llenas de barro tóxico, que contamina los suelos, los ríos y los sistemas de suministro en áreas de más de 850 kilómetros y que no se sabe hasta dónde llegará. La ONU declara que es “inaceptable” que se tarde tres semanas en divulgar que hay riesgo tóxico en el barro que avanza. La ONU afirma que “el desastre es un trágico ejemplo de fallo en el manejo de negocios con relación a los derechos humanos y con respecto a la diligencia para prevenir abusos”. Dilma Rousseff, la presidenta que tardó una semana en sobrevolar (otra palabra interesante) la región de aquel que se considera el mayor desastre ambiental del país que gobierna, niega cualquier negligencia de su gobierno.

Tal vez el problema sea no la incompetencia para prevenir y hacerle frente a la catástrofe, sino la incapacidad de la ONU de entender que el desarrollo es el gran “interés nacional”. En nombre de una causa mayor, los obtusos tienen que entender la necesidad de hacer sacrificios, aunque los sacrificados nunca sean los que defienden la necesidad de hacer sacrificios. En la posición de restos, los sacrificados no crecen. Se sumergen.

Y el barro avanza.

Así como avanza el nuevo Código de Minería en el Congreso. Una parte significativa de los diputados de la comisión responsable de su creación recibió donaciones de empresas vinculadas a la minería. Pero aquel que cree que el barro aún no ha llegado a su puerta está seguro de que este es un mero detalle que no corromperá el alto sentido de deber cívico de los parlamentarios. A la hora de legislar y decidir cómo proteger a Brasil y a los ciudadanos brasileños para que catástrofes como las de la presa de Samarco (léase Vale y BHP Billiton) no se repitan, no pensarán en quién financió sus campañas, sino tan solo en el “interés nacional”.

Y el barro avanza.

El 24 de noviembre, el IBAMA (Instituto Brasileño del Medio Ambiente y de los Recursos Naturales Renovables), otro nombre al que prestarle atención, le concedió la Licencia de Funcionamiento a la presa de Belo Monte, en el estado de Pará. La presidenta del órgano, Marilene Ramos, afirmó durante el anuncio: “Postergar la Licencia de Funcionamiento sería castigar a Brasil”.

Y el barro avanza.

Tres días después de esa frase lapidaria de la presidenta del IBAMA, la constructora Andrade Gutiérrez cerró un acuerdo con la Fiscalía General de Brasil, según ha informado el diario Folha de S.Paulo, en el que se comprometía a detallar varias tramas de corrupción, entre ellas sobornos relacionados con Belo Monte, una obra estimada hoy en más de 30.000 millones de reales (7.791 millones de dólares). Pagos de sobornos en la obra de la hidroeléctrica en acuerdos de otras delaciones premiadas de la Operación Lava Jato ya han sido relatados por ejecutivos de contratistas que forman el Consorcio Constructor Belo Monte (CCBM), contratado por Norte Energía para ejecutar la obra, y se están investigando. Pero en Belo Monte el “interés nacional” es tan imperativo que ni siquiera 23 acciones de la Fiscalía Federal, que denunciaban violaciones de la Constitución, fueron capaces de interrumpir la obra, que será juzgada como un “hecho consumado”. Como escribió el presidente de Norte Energia, Duilio Diniz de Figueiredo, tras la Licencia de Funcionamiento, “es un orgullo para Brasil ver cómo Belo Monte se hace realidad”.

Y el barro avanza.

Al anunciar la Licencia de Funcionamiento, según el diario O Estado de S. Paulo, la presidenta del IBAMA afirmó que Norte Energia “había cumplido íntegramente” las exigencias, “menos un 10%”. Días antes, la FUNAI (Fundación Nacional del Indio) ya había dado el visto bueno a la Licencia de Funcionamiento, a pesar de mencionar una serie de cuestiones pendientes e incumplimientos de condicionantes. La misma FUNAI que, en vez de fortalecerse para que los pueblos indígenas afectados por la obra pudiesen tener una mayor protección ante la empresa, pasó exactamente por el proceso contrario: su plantilla en Altamira se redujo de 60 a 23 empleados, en el período en el que se construía una de las mayores obras del PAC (Programa de Aceleración del Crecimiento).

Y el barro avanza.

La palabra “condicionante” sufrió una intervención original en el texto de la Licencia de Funcionamiento, en una de las interpretaciones recientes de la lengua portuguesa de mayor creatividad, expresada mediante esta frase, que abre una nueva página en la literatura brasileña: “La validez de esta LF (Licencia de Funcionamiento) está condicionada al cumplimiento de los condicionantes que constan en el reverso del presente documento....”. Como se sabe, la lengua está viva. Y, así, lo que era una condición para suceder se convirtió en una condición después de lo sucedido.

Pero, así como creen las autoridades del IBAMA y de la FUNAI, aquel que piensa que el barro jamás llegará a su puerta, y mucho menos a su garganta, también está seguro de que, precisamente ahora que Norte Energía ya ha conseguido todo lo que quiere, es cuando la empresa se empeñará en cumplir cada una de sus obligaciones legales. Tiene todo el sentido. Es siempre un placer constatar que las acciones del gobierno están en línea con el pensamiento lógico.

La presa de residuos de minería de Samarco (léase Vale y BHP Billiton) que se rompió tenía como condicionante un plan de contingencia.

Y el barro avanza.

Belo Monte empieza a llenar el lago en un momento en que la región pasa por una sequía histórica y el caudal del río está peligrosamente bajo. Antes, había una resolución de la Agencia Nacional de Aguas (ANA) que permitía el llenado del embalse solo entre enero y junio, fuera de la estación seca. Pero también fue derribada, como denunció el periodista André Borges, del diario O Estado de S. Paulo. Cerca de 1.800 familias expulsadas de sus hogares fueron a la Defensoría Pública de la Unión en busca de justicia. La población alcanzada solo tuvo acceso a la asistencia jurídica a principios de 2015, cinco años después de la subasta de la obra. El gobierno tampoco cumplió sus obligaciones, como homologar la Tierra Indígena Cachoeira Seca, la más deforestada de Brasil: solo en 2014 salió de allí una cantidad de madera capaz de llenar 13.000 camiones madereros.

Líderes de la selva amazónica y organizaciones socioambientales denuncian que nadie sabe lo que va a pasar con el río Xingú y con todos los que viven en ese delicado ecosistema. Denuncian que nadie consigue evaluar con la necesaria precisión el tamaño del impacto de la operación de Belo Monte, ya que los órganos fiscalizadores dependen de la información y de los análisis proporcionados por la propia empresa. Así como los órganos también eran dependientes en la catástrofe de la cuenca del río Doce, que ya ha llegado al océano.

Pero tal vez aquel que cree que el barro jamás llegará a su puerta concluya que todas esas personas que alertan del impacto de Belo Monte nada saben del “interés nacional”. Ante el temor y la duda, es necesario invocar la frase de la presidenta del IBAMA, para recuperar de inmediato la tranquilidad y la confianza en el desarrollo: “Postergar la Licencia de Funcionamiento sería castigar a Brasil”.

Y el barro avanza.

Y el barro avanza mucho más, derribando las fronteras entre lo público y lo privado, entre los partidos y también entre los poderes, inmiscuyéndose cada día un poco más, empapando los días, prestándole a lo cotidiano su textura tóxica. Y ahí tampoco nadie sabe hasta dónde el barro puede llegar. Cuántos puntos podrá unir no solo en los contratos de Petrobras, sino también en el sector eléctrico. Y tal vez más allá.

Y el barro avanza.

El cambio climático marca el momento en que el hombre no solo teme la catástrofe, sino que se convierte en la catástrofe. Así es como Brasil llega a la Cumbre sobre Cambio Climático, en París: teniendo en el currículo “el mayor desastre ambiental en la historia del país” y la Licencia de Funcionamiento concedida a Belo Monte, otra presa gigante más en la Amazonia como un hecho consumado.

Y el barro avanza.

Qué momento de la historia de Brasil, este en el que hay tanto barro por todas partes y, al mismo tiempo, ese barro concreto, que avanza y que mata. Ese barro de las imágenes, ese barro muerto que parece vivo porque anda, ese que solo ha roto las barreras que lo contenían debido al barro aún más tóxico que lo precede. El momento de la historia en que el barro ha roto la presa de lo simbólico para invadir lo real en su forma concreta.

Ante tantas autoridades en tantas esferas, que frente al barro dicen que actúan “en nombre del interés nacional”, tal vez sea hora de empezar a pintar nuestro Guernica para intentar una representación de la catástrofe. Un Guernica de imágenes, pero también de voces. Un Guernica de memorias y de testimonios. Un Guernica que le haga frente al “interés nacional” y que lo denuncie. Un Guernica que exponga la perversión de las presas y también de las fronteras.

Porque el barro avanza. Y aquello que entra por debajo de la puerta de casa ya no es polvo.

Eliane Brum es escritora, periodista y documentalista. Autora de los libros de no ficción Coluna Prestes - o avesso da lenda, A vida que ninguém vê, O olho da rua, A menina quebrada, Meus desacontecimentos, y de la novela Uma duas.

Sitio web: desacontecimentos.com Email: elianebrum.coluna@gmail.comTwitter: brumelianebrum

Traducción de Óscar Curros



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Fuente:
El barro, 01/12/15, El País.

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