martes, 21 de junio de 2016

Las aguas que matan

Así salía el agua de las canillas de Embalse a fines de 2014, la crisis se repitió en 2015 a pesar de las recurrentes promesas de las autoridades. Foto: Liliana Palacios

Cada año mueren casi dos millones de chicos y bebés por consumir agua contaminada, y cada año se arrojan al mar dos millones de toneladas de efluentes cloacales e industriales sin tratamiento. Una bomba de tiempo sanitaria.

Según la Organización de la Naciones Unidas, al menos un millón ochocientos mil menores de cinco años mueren cada año por males vinculados al agua sucia, en tanto el mundo actual emite dos millones de toneladas de efluentes cloacales y desechos industriales y agrícolas. Así lo afirma una declaración conjunta emitida por dos programas de la organización -sobre Medio Ambiente y sobre Hábitat- que delinean un preocupante panorama de contaminación ambiental y mortalidad infantil.

Achim Steiner, director ejecutivo del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (Pnuma), destaca que “más de la mitad de las camas de establecimientos médicos del mundo están ocupadas por pacientes que sufren enfermedades ligadas a la ingesta de agua contaminada. Para que se aprecie la magnitud del desastre basta saber que hoy muere más gente como consecuencia del agua que por efecto de toda formas de violencia, incluidas las guerras”.

La documentación proporcionada por la dupla Pnuma-Hábitat, señala que el impacto de la situación sobre el medio ambiente en general no es menos impactante. Ello se debe a que alrededor del 90 por ciento del agua desechada en los países en vías de desarrollo es vertida sin tratamiento alguno directamente en ríos, lagos y océanos.

Tales descargas son parte de la razón por la cual crecen sin cesar y velozmente las zonas carentes de oxígeno en los mares y océanos del planeta”, dijo Anna Tibaijuka, directora ejecutiva de Hábitat. Tibaijuka señaló también que “actualmente 245 mil kilómetros cuadrados de ecosistemas marinos son afectados por impactos tóxicos en la fauna ictícola, los ambientes submarinos y las cadenas alimentarias”.

Los especialistas verificaron además que el clima es impactado, ya que las emisiones acuáticas de gas metano y de óxido nitroso podrían aumentar intensamente (entre el 25 y el 50 por ciento) de aquí al año 2020: son parte del calentamiento global. Según Naciones Unidas, más de la mitad de la población mundial vive en ciudades marcadas por inadecuadas infraestructuras y recursos para encarar la gestión hídrica de manera eficiente y sustentable. Al respecto se resalta que 21 de las 33 megaciudades del planeta se encuentran sobre zonas costeras donde frágiles ecosistemas se hallan en franco deterioro, y que sin mediar una gestión hídrica eficaz, empeorarán de forma irreversible.

Hacia 2015 las poblaciones costeras sumaban 1.600 millones de personas (un quinto del total global) que sumarán 5.000 millones en 2030, en un mundo cuya población global superará los 9.000 millones en 2050. “Algunas de esas tendencias son inevitables, pero sin embargo el mundo posee opciones en términos de cantidad y calidad de los desagotes en ríos y mares si se toman medidas de sustentabilidad en establecimientos agrícolas, áreas rurales y ecosistemas circundantes”, afirmó Steiner.

Ambos funcionarios citados consideran que si se realizaran inversiones apropiadas en los sistemas sanitarios y las tecnologías de tratamiento de efluentes, la situación general podría mejorar. En otros casos, afirman, también podrían tomarse en cuenta inversiones para la rehabilitación y restauración de los sistemas purificadores que posee la naturaleza, como los humedales y los manglares, “desafíos para los que nuestras instituciones están preparadas”.

El príncipe Willem-Alexander, subsecretario general de la ONU para el agua y sistemas sanitarios, opinó al respecto que “los efluentes tóxicos no son apenas una amenaza sino un desafío donde podemos hallar oportunidades para crear empleos verdes, bienestar social y salud ecológica”.

Anualmente, según la ONU, más de dos millones de personas fallecen por enfermedades diarreicas que en un 88 por ciento se deben a la falta de higiene cloacal y al abastecimiento de agua contaminada. Dado que el agua del plantea viaja por el sistema hidrológico desde las cumbres de las montañas hasta los mares, las actividades de la sociedad humana capturan y extraen millones de litros de agua para sostener a sus comunidades y economías. En cuanto al impacto del cambio climático en las aguas terrestres, ya hay regiones que padecen escasez de líquido confiable, mientras los grandes glaciares están retrocediendo a enorme velocidad.

Fuente:
Las aguas que matan, 20/06/16, Página/12. Consultado 21/06/16.

No hay comentarios:

Publicar un comentario