Un fenómeno
hídrico, fruto de la deforestación, que gestó un nuevo río, cuya
corriente permanente no se detiene, se inició en la cuenca del
Morro, ubicada a 110 kilómetros de la capital de la provincia de San
Luis y a 49 de la ciudad de Villa Mercedes.
El Río Nuevo
irrumpió en la geografía puntana en 1985, con la inundación de
campos en Juan Jorba. En 2005 causó destrozos y cortó dos rutas
nacionales -la 8 y la Autopista de las Serranías Puntanas- afectando
220.000 hectáreas en los campos lindantes, donde el ganado
desapareció bajo el barro y los productores perdieron “en seis
horas lo trabajado en veinte años”.
Los daños
provocados por el agua alcanzaron también a los habitantes del
barrio Eva Perón, en la ciudad de Villa Mercedes, donde las bases de
las viviendas cedieron por acción del agua que según una vecina
“ahora sube desde el piso y no cae desde el techo”.
En diálogo con
Télam, el investigador del Conicet Esteban Jobbagy, que encabeza uno
de los equipos que estudia el Río Nuevo, sostuvo que “cuando a la
ciencia se le queman los papeles de lo que entendemos que puede pasar
y no lo podemos explicar, se encuentra también una oportunidad,
porque las teorías que tenemos tocan su límite y tenemos que
investigar y buscar explicaciones”.
“Esto -afirmó-
nos permite generar después mejores herramientas para buscar
soluciones que en este caso se trata de la apertura de nuevos cursos
de agua de una velocidad y en una magnitud imposibles de explicar”.
El ingeniero
agrónomo aclaró que se trata de “un paisaje que no tuvo cursos de
agua o por lo menos que nadie recuerde que los haya tenido y que hoy
presenta unos 40 a 50 kilómetros de recorrido, 50 metros de ancho y
25 metros de profundidad de zanjón que se abrió solamente, en un
par de décadas”.
“La explicación
que encontramos –dijo- es que toda esta cuenca que tenia
originalmente bosques y pastizales y luego pasturas, hoy tiene una
agricultura que deja escapar más agua de lluvia hacia las napas
freáticas del subsuelo”.
Originalmente, la
zona estaba cubierta por bosques de caldén y la más alta por
pastizales, pero en la actualidad, la mayor parte de la cuenca esta
bajo agricultura continua, que incluye maíz y soja. Como parte de
sus efectos negativos, el Río Nuevo está aportando hoy agua salada
al Río V, donde desemboca y en el que se diluye.
El científico
explicó que “como algunos de esos territorio eran bosques, debajo
se acumularon sales por miles de años y el agua empezó a viajar y a
moverlas”.
Si bien “la
salinización no es suficientemente alta como para poner en riesgo la
calidad del agua del Río V”, los productores reclaman obras de
captación en la cuenca alta donde la concentración no existe y
puede ser reutilizada para riego o ganadería y como una manera de
drenar el agua excedente.
“Este problema
no es solamente de la cuenca -aclaró-, ya que tenemos una llanura
agrícola en Argentina que está inundada, pero lo raro, es que en
San Luis el paisaje resuelve ese excedente con un río, y esto no
pasa en el resto de las llanuras donde simplemente tenemos
anegamientos”.
Con respecto al
barrio Eva Perón, Jobbagy apuntó que si bien esta construido en una
zona baja, en provincia de Buenos Aires se construyó todo el tiempo
con aguas freáticas cerca de la superficie, pero aquí “lo que
nadie sabia, es que en ese lugar eso iba a ser un síntoma de un
cambio muy veloz, que ahora se esta poniendo complicado”.
“En sí
construir con capas freáticas cerca es normal, acá lo que paso es
que no se tuvo conciencia de la velocidad con la que estaba cambiado
el tema del agua. Mirar para atrás y pensar si se podía prever, no
nos sirve porque ni los científicos teníamos claro hacia donde iba
esto, estamos aprendiéndolo ahora”.
Como solución
para esos vecinos, el investigador propuso quitar el excedente de
agua con tareas de ingeniería para solucionar el problema o
mitigarlo, como por ejemplo, establecer bombas. Con respecto a los
productores, indicó que las medidas que inició el gobierno
provincial tras declarar la emergencia hídrica, con la plantación
de cortaderas, es una de las tantas que se puede encarar y que “para
que funcione tiene que ocupar una superficie importante”.
Asimismo apuntó
que de manera urgente debería “encararse la rotación e
incorporación de cultivos de cobertura y generar planes que fomenten
la ganadería ya que esta favorece la siembra de alfalfa muy propicia
a bajar los efectos hídricos”.
“Estamos frente
a un fenómeno que escapó de cualquier predicción y recién ahora
nos estamos poniendo al día en entenderlo y ofrecer soluciones”,
concluyó.
Esteban Jobbagy
pertenece grupo de estudios ambientales IMASL-Conicet que en la tarde
de ayer presentó un vídeo denominado Rio Nuevo, producido por el
departamento audiovisual de la UNSL, que dirige Silvina Chavez, y que
contó con el financiamiento del Interamerican Institute for Global
Change Research, para poner en marcha un abordaje de difusión
científica sobre el tema.
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Fuente:
Río Nuevo: la naturaleza desafía a la ciencia y a los gobiernos en San Luis, 05/08/16, Télam.
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