El 22
de abril es el “Día de la Tierra”, una fecha para pensar en qué
hacemos en ella.
por
Lucas Viano
Hace
miles de años, en América del Sur y en Australia vivían mega
animales tanto o más grandes que los leones, rinocerontes y
elefantes actuales. Varias pistas científicas indican que el ser
humano facilitó su extinción, si es que no fue el principal
responsable.
Desde
que el Homo sapiens comenzó a poblar este planeta, ha dejado su
huella dañina. Pero en el último tiempo, la presencia humana está
consumiendo poco a poco a Gaia, la diosa griega de la Tierra.
A
fines de la década de 1960, James Lovelock y Lynn Margulis
desarrollaron la “hipótesis Gaia”. Según ella, la vida
terrestre mantiene unas condiciones favorables para ella misma, de
tal manera que modifica variables ambientales como temperatura y
componentes químicos del aire, mar y tierra para seguir asegurando
su existencia.
Un
simple ejemplo: la atmósfera terrestre ya debería estar en
equilibrio químico y el gas dominante debería ser el dióxido de
carbono (CO2).
Pero
nuestro aire sólo tiene un 0,03 por ciento de este gas, gracias a la
porfía de los seres vivos por mantenerlo a raya para permitir que la
vida continúe.
Claro
que Gaia no contaba con la voracidad de ser humano por quemar
combustibles fósiles. La concentración de CO2 aumenta cada vez más
y la Tierra se está calentando más de la cuenta.
Aunque
cuestionada por algunos académicos, la hipótesis Gaia es una
metáfora sobre cómo funciona la Tierra y cómo nosotros estamos
torciéndole el brazo.
La
revista Science publica hoy una serie de datos preocupantes sobre
esto. Por ejemplo, se menciona cómo se está reduciendo
drásticamente la biodiversidad. Ya se documentaron 400 áreas
muertas en las costas donde el aporte de materia orgánica de las
actividades humanas es tanta que las algas dominan el ambiente e
impiden casi cualquier otra forma de vida. Seguramente le resulta
conocido por lo que ocurre en nuestro lago San Roque.
Otro
artículo de Science asegura que desde 1500 se extinguieron 363
especies de vertebrados. Córdoba supo estar poblada de cientos de
manadas de guanacos. En la actualidad, sólo alberga a 130 ejemplares
y su situación pende de un hilo.
El
avance de las algas en el San Roque o la desaparición de los
guanacos parecen afectar muy poco a la vida de los habitantes de la
ciudad de Córdoba. Sin embargo, se trata de una cuenta regresiva que
ya hace sonar sus primeras alarmas.
En
otro artículo publicado en Science, Elise Amel y colegas aseguran
que muchas personas no sienten los impactos directos de la
degradación ambiental debido a ese cascarón que se llama vida
urbana moderna.
Es
difícil actuar, moverse de la zona de confort, si no se observan los
beneficios que hay detrás de un cambio. Este 22 de abril se celebra
el Día de la Tierra y puede ser una buena oportunidad para cambiar y
pensar en la Tierra todos los días.
Fuente:
Lucas Viano, Todos los días pensemos en nuestra Tierra, 20/04/17, La Voz del Interior. Consultado 20/04/17.
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