jueves, 18 de mayo de 2017

La primera "central nuclear del siglo XXI" de Estados Unidos ya fue cerrada por reparaciones

La central nuclear Watts Bar 2, de la Autoridad del Valle de Tennessee (TVA), paró por reparaciones antes de los seis meses de operación. Foto: TVA

por Michael Hiltzik

Cuando la central nuclear Watts Bar 2, de la Autoridad del Valle de Tennessee (TVA), se acercó finalmente a su terminación, el gran público la calificó como la "primera central nuclear de la nación del siglo XXI".

Eso fue en octubre de 2015, y estaba previsto que la central funcionara sólo unos meses. Pero no fue hasta octubre de 2016 que Watts Bar 2 comenzó a operar comercialmente. En marzo, poco más de cinco meses después, la central quedó fuera de servicio, y se espera que permanezca desconectada al menos por este verano, el período de mayor demanda de energía eléctrica de la región de TVA.

El siglo XXI se está presentando como no tan bueno para la energía nuclear, y la Unidad 2 Watts Bar puede mostrar por qué. La industria nuclear estadounidense está estancada, excepto cuando retrocede. Aparte de Watts Bar 2, la última nueva central nuclear estadounidense en entrar en servicio tiene ahora casi 20 años de antigüedad -la antigüa Unidad 1 Watts Bar, de 1996 y también de TVA.

California está a punto de abandonar por completo la energía nuclear, con el cierre planeado de la central nuclear de Diablo Canyon, de Pacific Gas & Electric. Los dos reactores de Diablo Canyon cerrarán en 2024 y 2025 como parte de un acuerdo alcanzado el año pasado para la transición de la compañía a otras fuentes renovables. Este acuerdo fue posterior a la decisión de 2013 de Southern California Edison de cerrar permanentemente San Onofre, la otra central del estado, luego del fracaso de su extensión de vida.

La causa inmediata de la parada de Watts Bar fue el fallo de los componentes del condensador de la central, el cual transforma en agua el vapor utilizado para mover las turbinas de generación. TVA sacó de línea la central el 23 de marzo y todavía está tratando de identificar la causa del fallo del condensador.

Pero los problemas en Watts Bar surgen de algo más que un fallo estructural del condensador. También están relacionados a la prolongada construcción de la central y a males endémicos de toda la industria nuclear.

Watts Bar 2 tiene el récord mundial de la construcción más larga de cualquier central nuclear en la historia, habiendo estado durante 43 años "en construcción". La cual fue iniciada en 1972 y suspendida en 1985, cuando se habia completado un 60 % de la central. Para entonces, a pesar de una estimación inicial del costo de unos 400 millones de dólares, se habían gastado unos 1.700 millones de dólares. La construcción se reanudó en 2007. El costo total se estima ahora en 6.100 millones de dólares.

Debido a ese lapso de tiempo, Watts Bar 2 incorporó tecnología antigüa, parte de la cual ya no se considera aceptable en las centrales nucleares actuales. El condensador en sí era parte de la construcción original, aunque TVA sostiene que fue "completamente reformado" como parte de la reanudación de la construcción. Dicen que las actualizaciones y mejoras, incluyendo las disposiciones de seguridad implementadas después del desastre de la central de Fukushima en Japón en el 2011, han hecho que la Unidad 2 "sea como nueva".

Pero incluso las más sofisticadas centrales nucleares son más difíciles de manejar que las plantas convencionales de petróleo, gas o carbón. "La tecnología nuclear es muy implacable", dice David Lochbaum, director del proyecto de seguridad nuclear de la Union of Concerned Scientists (Unión de Científicos Preocupados). Esto es cierto incluso para los componentes distintos del propio reactor nuclear.

Lochbaum observa que un condensador que falla en una planta de energía de combustibles fósiles puede mantenerse funcionando durante meses, aplazando el arreglo hasta un período de baja demanda después del verano. "Con la tecnología nuclear, realmente no puede darse ese lujo". Aunque el sistema del condensador está técnicamente separado del sistema del reactor, es necesario para disipar en el ambiente el calor producido cuando el reactor nuclear está funcionando a plena potencia. Eso lo convierte en un componente más crítico de lo que sería en una central de generación de combustibles fósiles. (TVA dice que no hay peligro de que el fallo del condensador pueda producir la liberación de radioactividad al medio ambiente).

Tales tolerancias estrictas han acosado constantemente a los operadores de las centrales nucleares. "La industria nuclear es muy optimista sobre sus proyecciones de rendimiento", dice Lochbaum. "Esto es una evidencia más de que necesitan moderar ese optimismo".

También persisten preguntas sobre el historial de gestión de TVA y sus implicaciones para la seguridad de la central. En marzo de 2016, la Comisión Federal Reguladora Nuclear (NRC) calificó a Watts Bar como "frío entorno de trabajo", lo que significa que los empleados no se consideran libres de plantear problemas de seguridad sin temor a represalias. No obstante, Watts Bar ha estado sistemáticamente por delante de todas las otras centrales nucleares americanas en el número de denuncias del personal de seguridad o cuestiones reglamentarias de la central, con 33 registradas por la NRC en 2016. Ninguna otra central tuvo más de 18 acusaciones -y la que las tuvo fue la central Sequoyah, también propiedad y operada por TVA.

La NRC no ha considerado que el entorno tenga algo que ver con el fallo del condensador y la parada de la central. Pero ordenó a TVA mejorar la cultura de seguridad en Watts Bar. No obstante un consultor informó hace apenas tres semanas que las condiciones no han mejorado de manera mensurable, citando "comportamientos de gestión que incluyen acoso, intimidación, represalias y discriminación". El informe encontró que "la desconfianza impregna a la organización [Watts Bar]”, y culpó a TVA por no terminar con un ambiente que podría "aumentar el riesgo de inhibir a las personas de informar preocupaciones de seguridad que bien podrían evitar eventos de seguridad".

Watts Bar, la llamada central nuclear americana del siglo XXI, define la crisis que afronta la industria nuclear estadounidense. Está atascada con una tecnología anticuada y una cultura de gestión que exacerba, más que restringe, los problemas de seguridad de la tecnología. Con cada episodio como este, la industria se mueve un paso más lejos de lograr su supervivencia.

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