sábado, 12 de agosto de 2017

La transformación de Sierras Chicas, explicada en mapas


Joaquín Deón es geógrafo, vive en Villa Allende y trazó una historia de la cartografía que muestra, desde la época de los aborígenes, las transformaciones de la región que más ha crecido en habitantes, en las dos últimas décadas, en Córdoba.

por Guillermo Lehmann

Sierras Chicas ha sido la región cordobesa que más creció en habitantes y expansión urbana en las dos últimas décadas. Esa transformación no pudo evitar escenarios de debates, conflictos y hasta confrontación entre diversos sectores, como los ligados al mercado inmobiliario, al ámbito minero, a los grupos movilizados por temas ambientales y a los vecinos en general.

Tanto es así que en los dos últimos años esta región dejó de ser ya el principal foco de crecimiento poblacional del Gran Córdoba, y los especialistas en desarrollo urbano lo adjudican a que, además de quedar ya menos espacio disponible tras ese fenomenal aumento de habitantes, cada nuevo avance de urbanización genera conflictos por el uso del suelo.

En ese marco, Joaquín Deón, un joven geógrafo de Villa Allende, desarrolló un proyecto de investigación que denominó “Los mapas del poder”, a través del cual muestra con más de 60 ilustraciones un recorrido histórico de cómo fue mutando la cartografía sobre la base de los intereses dominantes, según el paso del tiempo. Desde cuando era habitado por los pueblos originarios hasta la actualidad.

Los mapas son las marcas planeadas para el uso de la tierra, a mano en pliegos antiguos o ahora con satélites, pero siempre muestran o esconden relaciones de poder, que se vuelven realidad cuando por su uso debaten, confrontan y tensionan intereses encontrados”, plantea Deón.

El investigador explica que para entender el proceso debe remontarse a los habitantes nativos que, a su modo, también confeccionaban sus mapas. “Hoy no los tenemos a disposición, pero sí contamos con piezas arqueológicas y testimonios que en la grieta de la historia nos han ido quedando y sirven como base para reconstruir el uso de la tierra como formas de mapas”, refiere Deón.

Los primeros mapas se fueron confeccionando en el territorio cuando los pueblos originarios construían cercos circulares de piedra con un mortero en el centro, que simbolizaba el espíritu de comunión del hombre con sus recursos necesarios.

Con la llegada de los conquistadores –explica– se empezó a parcelar la tierra de manera cuadricular y a dividirla, ya con ánimo extractivo y con sentido de propiedad.

Luego se acentuó ese criterio con la explotación de las riquezas naturales, en principio con emprendimientos agrícolas y ganaderos. Más tarde, se avanzó con el desmonte para exportar leña, y en una etapa final apareció la extracción de minerales en las canteras. Ese proceso, en esta región al noroeste de la Capital, cierra con el ciclo ya contemporáneo del avance de los emprendimientos inmobiliarios, para luego dar lugar a la migración que viene recibiendo.

Coleccionista
Este trabajo surgió a partir de cotejar diversos datos y en particular porque soy coleccionista de mapas. Fui observando los cambios, a partir de los sectores que tienen más poder en la toma de decisiones y división de las regiones, y los colores de las áreas naturales protegidas y las que se fueron proyectando para urbanización y para extracción de recursos no renovables”, añade Deón.

Todo ese recorrido -concluye- termina en la actualidad con un escenario de tensión a partir de la movilización de las asambleas ambientalistas de vecinos y en el debate sobre la implicancia para la zona de la nueva ley de bosques nativos en la provincia.

En la discusión por la modificación de esa ley, esos síntomas de tensión de intereses se manifiestan en la cartografía: están los mapas del Instituto de Planificación del Area Metropolitana (Iplam), de la Dirección de Bosques de la Nación, de los municipios, del sector ruralista, de la cámara de empresarios mineros, de los desarrollistas inmobiliarios, de las organizaciones ambientalistas, de las universidades. Pero no coinciden, son diferentes, porque representan proyectos diferentes en torno del uso del suelo presente y futuro”, precisa.

Los colores que determinan el uso del suelo son el núcleo con el que se visualizan los conflictos. En la mayoría de los casos coinciden en las zonas rojas (bosques intangibles) y verdes (áreas admisibles de transformación), pero difieren en las manchas de color amarillo, un intermedio en tensión que no admite reducirse a verde pero permite usos condicionales del territorio, por ejemplo para futuras urbanizaciones.

Estamos en una etapa de interfaz en escala regional y provincial, en donde se están dejando en blanco los espacios y se están trazando líneas, polígonos y colores, que lo que buscan es definir cómo se usan esos espacios, pero en el medio están los servicios ambientales, está el bosque, la población que depende de esos servicios, y que si se modifican terminan provocando catástrofes ambientales, como ya sufrimos en Sierras Chicas”, advierte el geógrafo.

La muestra de sus mapas puede visitarse de lunes a viernes de 18 a 20 en el museo histórico de Villa Allende, que funciona en una dependencia de la escuela San Martín. Luego, se presentará en otras ciudades.

Fuente:
Guillermo Lehmann, La transformación de Sierras Chicas, explicada en mapas, 12/08/17, La Voz del Interior. Consultado 12/08/17.

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