Viviendas parcialmentes sumergidas por la tormenta tropical Harvey en Houston. Foto: Brett Coomer/ AP |
El huracán, como la ola de calor en Europa de este verano, es una muestra del patrón que los científicos esperan del cambio climático para el futuro.
por Guillermo Altares
Al final del
verano se forman huracanes en las aguas del Golfo de México; en el
Mediterráneo hace mucho calor en julio y agosto; los monzones
producen inundaciones tremendas en Asia en esta época del año...
Todo parece normal, pero no lo es: ninguno de estos fenómenos es
extraordinario, ni es producto del cambio climático; pero las
consecuencias globales del aumento de las temperaturas sí son
responsables, según creen la mayoría de los científicos, de que
fenómenos naturales pautados y conocidos se conviertan en monstruos
climáticos extremos.
Cuando el huracán Harvey se aprestaba a tomar tierra, la agencia meteorológica de Estados Unidos lo definió como un fenómeno al que nunca se habían enfrentado,
algo totalmente nuevo. No el huracán en sí, sino el hecho de que se
quedase estancado sobre el sur de Texas durante días soltando litros
y litros de agua por metro cuadrado e inundando Houston, la cuarta
ciudad del país. El miércoles, antes de continuar su camino
destructor desde Texas a Luisiana, se convirtió en la tormenta que
más lluvia había arrastrado en Estados Unidos desde que existen mediciones.
Los monzones que está padeciendo actualmente Asia, y que ya han
provocado mil muertos, son también extraordinarios dentro de su
normalidad: este año las lluvias han llegado antes y con más fuerza
que nunca. El miércoles un distrito del norte de Mumbai recibió en
24 horas la mitad de las precipitaciones habituales en el mes de
agosto, según los datos históricos entre 1951 y 2000. La semana
pasada, Montreal, en Canadá, y Donegal, en Irlanda, también
padecieron inundaciones calificadas como “del siglo”.
Algo similar
puede decirse de la ola de calor que se abatió en agosto sobre
Italia y los Balcanes: pulverizó tantos récords de temperatura que
recibió un apodo muy descriptivo: Lucifer. El calor infernal llevó
a diez países a lanzar alertas rojas por elevadas temperaturas. No
es ningún secreto que en Córdoba (España), en verano, hace calor. Hasta
ahora, solo en cuatro años se habían producido dos olas de calor el
mismo verano (1965, 1991, 2003 y 2015). En 2017, los cordobeses han
padecido 5 (más de 3 días seguidos con temperaturas
superiores a los 41,7 grados). Además, el 13 de julio, la localidad
de Montoro batió el récord de temperatura en España y Europa: 47,3
grados. Ese mismo día, el aeropuerto de Córdoba registro 46,9
grados.
“El entorno ha
cambiado a causa del cambio climático provocado por la humanidad y
eso ha producido que la tormenta sea más intensa y más larga”,
asegura por correo electrónico Kevin Trenberth, experto en sistemas
climáticos del Centro Nacional de Investigaciones Atmosféricas de Estados Unidos, que ha estudiado sobre todo la influencia del ascenso global
de las temperaturas en las precipitaciones. “Estamos viendo este
tipo de fenómenos extremos en muchos lugares del planeta. El clima
sigue su curso natural, pero los fenómenos extremos son más fuertes
y muchas veces se rompen récords. Utilizando términos de
ingeniería, podemos decir que se superan los criterios de
planificación y las cosas se rompen”, agrega este científico.
“Investigaciones
recientes sugieren que los fenómenos climáticos que rompen nuestros
esquemas históricos serán más frecuentes”, escribió con motivo
de la devastación provocada por Harvey Noah S. Diffenbaugh, profesor
de sistemas climáticos en la Universidad de Stanford, en The New
York Times. “Mis colegas y yo hemos establecido recientemente que
el cambio climático ha aumentado las posibilidades de que se
produzcan olas de calor que batan récords en el 80 % del planeta y
que en un 50 % de la Tierra se produzcan acontecimientos extremos de
precipitaciones o de sequía”.
Un trabajo
publicado en febrero de este año en la revista Scientific Reports,
que pertenece al grupo Nature, estudiaba la influencia del cambio
climático en acontecimientos extremos como la ola de calor de 2003
en Europa, las inundaciones en Pakistán en 2010 y la ola de calor en
Rusia ese mismo año o la sequía en Texas y California -ambas sin
precedentes-. El artículo concluía que los mecanismos climáticos
conocidos “no eran suficientes para explicar estos fenómenos
extremos” y que las explicaciones podían incluir “cambios en los
suelos, en la temperaturas marítimas en el Pacífico y el impacto
del calentamiento rápido del Ártico”, todos ellos relacionados
con el cambio climático.
Uno de los
autores de este estudio, Michael E. Mann, profesor del departamento
de Meteorología y Ciencias Atmosféricas de la Pennsylvania State
University y uno de los máximos expertos de Estados Unidos en cambio
climático, ha escrito un post sobre el asunto en su cuenta de Facebook, muy citado por la prensa estadounidense. Su razonamiento es
que Harvey es una tormenta normal por la época del año y el lugar
del impacto y extraordinaria por todo lo demás. “No podemos decir
que el cambio climático sea el responsable del huracán, pero sí
podemos decir que ha exacerbado las características de la tormenta,
aumentando el riesgo que representa”, señala. En Estados Unidos, la
polémica ha sido especialmente intensa por la negativa de su
presidente, Donald Trump, a firmar el Acuerdo de París contra el
cambio climático, un fenómeno al que ha llegado a calificar como
"invento de los chinos".
Ronald Sass y
Cylette Willis-Sass, dos expertos en huracanes y cambio climático de
la Universidad Rice, de Houston, aseguran por correo electrónico que
primero pensaron que era un huracán que sólo se da cada 100 años,
luego creyeron que cada 500 y concluyeron que algo así solo se puede
producir cada 1.000 años. “¿Eso quiere decir que ya no tenemos
que preocuparnos por que se produzcan otra tormenta así hasta dentro
de 1.000 años? Desgraciadamente, no”, aseguran. Katharine Hayhoe,
una meteoróloga experta en cambio climático de la Universidad
Tecnológica de Texas, conocida en Estados Unidos por sus campañas contra el
negacionismo, señala por su parte: "Si pregunta a 100
científicos, estoy segura de que todos le hubiesen respondido que el
huracán Harvey no es producto del cambio climático, pero que sí ha
resultado tan destructor a causa del cambio climático".
El pasado agosto,
el equipo de científicos de Climate Central -un centro de estudios
del cambio climático- reunió todos los datos recientes extraordinarios relacionados con el clima: 2016 ha sido el año más
cálido de la historia (2015 y 2014 también lo fueron), la
temperatura de las partes no heladas del mar de Barents, en el
Ártico, se encontraban en agosto 11 grados por encima de la media,
la temperatura en tierra del Ártico estaba dos grados por encima de
la media, por 37º año consecutivo los glaciares alpinos estaban en
retroceso, era el sexto en que las temperaturas marítimas eran más
altas que el anterior... Todo lo que era previsible -el calor en
Andalucía, el comportamiento de los huracanes- se ha convertido en
imprevisible.
Huracán
imprevisible
Harvey se
convirtió en un sistema tan devastador por una combinación de
factores: se quedó flotando sobre Houston y su región, sometiendo
la zona a un diluvio interminable, a causa de un sistema subtropical
de altas presiones que se encuentra actualmente sobre Estados Unidos, algo muy
poco habitual. Normalmente, los huracanes pierden fuerza, hasta
convertirse en depresiones tropicales, según avanzan en tierra
firme, Harvey no.
Además, se
intensificó antes de tomar tierra y pasó a transformarse en un
huracán de categoría cuatro (sobre cinco): es la primera vez en 30
años de registros que una tormenta de este tipo gana fuerza horas
antes de tocar tierra. No es el primer huracán que gana fuerza de
forma rápida -ya ocurrió con Wilma en 2005 y Patricia en 2015-,
pero sí el primero que lo hace tan cerca de tomar tierra, lo que
convierte en mucho más difíciles los preparativos ante el impacto.
El aumento de la temperatura de la superficie del agua en el
Atlántico contribuyó a la fuerza del huracán y la subida del nivel
del mar empeoró las inundaciones. De hecho, son las terceras
inundaciones catastróficas que Houston padece en tres años
consecutivos, inundaciones que, según el Servicio Meteorológico de Estados Unidos, tienen un 0,2 % posibilidades de ocurrir.
Todos estos
factores, que sí tienen que ver con el cambio climático, son los
que han hecho que Harvey se convierta en una catástrofe que ha
provocado por ahora 38 muertos y daños imposibles de evaluar.
Guillermo Altares, Clima extremo: por qué ‘Harvey’ es solo el principio, 01/09/17, El País. Consultado 03/09/17.
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