miércoles, 20 de septiembre de 2017

Más de 210 muertos por un fuerte terremoto en México

Un hombre es rescatado entre los escombros en el barrio de Condesa tras el sismo de magnitud 7,1 producido en México. Foto: Pablo Ramos/ AP

El seísmo, de magnitud 7,1, sacudió con fuerza la capital del país y otros cuatro Estados.

por Javier Lafuente

México volvió a temblar con fuerza por segunda vez en dos semanas. Un sismo de magnitud 7,1 sacudió este martes el centro del país. Al menos 217 personas han fallecido en diferentes zonas -86 de ellas en la capital, 71 en Morelos, 43 en Puebla, 12 en el Estado de México, cuatro en Guerrero y uno en Oaxaca-, según la Agencia de Protección Civil, aunque la cifra incrementa con el paso de las horas. El sismo se ha producido el día en que se cumplían 32 años de la peor tragedia que ha vivido el país: el terremoto que causó cerca de 10.000 muertos en 1985.

A las 13.14 hora local (20.14 hora peninsular española) el suelo volvió a retumbar en México, apenas 10 días después del terremoto de mayor magnitud (8,2) en 85 años. El de este martes, con epicentro en los límites de Morelos y Puebla, fue menor, de 7,1, pero su proximidad a la capital ha provocado que los daños sean mucho mayores. El caos y el pánico se apoderaron de la ciudad. Más de 40 edificios se vinieron abajo, entre ellos dos escuelas. En una de ellas, Rebsamen, el presidente, Enrique Peña Nieto, confirmó pasadas las 10 de la noche que habían muerto al menos 21 niños y otros 30 seguían desaparecidos. A última hora de la noche, la ciudad seguía herida, pero no cesaban los trabajos de rescate para tratar de sacar supervivientes de los escombros. La solidaridad de los ciudadanos, que se echaron a las calles para colaborar con los damnificados, fue imparable.

Es el terremoto que más he sentido”, era un de los comentarios más repetidos entre los vecinos de la capital, acostumbrados como están a sentir los temblores, aunque nunca tan violentos. En los barrios de Roma y Condesa, la zona más cenagosa de la ciudad y que sufrió como pocas la tragedia de 1985, el temblor golpeó con dureza. La Avenida Ámsterdam, una calle circular de Condesa, era, a última hora de la tarde, una cadena humana continua que trataba de colaborar con los afectados por el colapso de varios edificios. En la esquina con la calle Laredo, la gente se afanaba por retirar los escombros como podía. Viviana Ortiz, vecina de la calle de Monterrey, vio venirse abajo su vivienda. "El bloque se desplomó de forma horrible, por completo. Se levantó una enorme nube de humo y se escuchó un trueno escalofriante".

La capital amaneció con el recuerdo del terremoto de hace más de tres décadas. Y como suele ser habitual cada 19 de septiembre, se realizó un simulacro de evacuación en Ciudad de México. Dos horas después del ensayo, las alarmas sísmicas no saltaron, a diferencia de lo que ocurrió hace dos semanas. La mayor parte de los sensores están situados en zonas costeras, no en el interior del país. Y el epicentro del temblor ha estado en Morelos, en pleno centro de México y a solo 100 kilómetros de distancia de la capital mexicana. No hubo fallo técnico, según fuentes oficiales: el temblor no se pudo detectar a tiempo para que la población abandonase el lugar en el que se encontraba para ponerse a salvo.

Tras el sismo, se produjeron cortes en el servicio de luz -3,8 millones de personas resultaron afectadas- y en el de telefonía, lo que aumentó la tensión ante la imposibilidad de localizar a la gente. Con el paso de las horas, Telmex, la mayor empresa de telefonía del país, abría su wifi en la capital. Las operaciones en el aeropuerto estuvieron suspendidas durante unas horas, después de que una de las terminales se viese afectada por el sismo.

"¡No fumen! ¡Hay fugas de gas!", gritaban los miembros de Protección Civil socorristas mientras corrían por la calle poco después del terremoto: casi un minuto que resultó una eternidad.

El epicentro del sismo se ha localizado a 12 kilómetros al sureste de Axochiapan, situada en el central estado de Morelos, a una profundidad 57 kilómetros, según el Servicio Sismológico Nacional. El organismo ha informado a través de Twitter de un movimiento telúrico de magnitud 7,1, al hacer una actualización de un primer reporte en el que había fijado la magnitud en 6,8.

En el central estado de Puebla se ha informado de la caída de las torres de la Iglesia de Cholula. En el Estado de Morelos también se han reportado daños, y el gobernador Graco Ramírez ha anunciado la activación de los servicios de emergencia. Decenas de edificios han caído en la Ciudad de México, con algunos derrumbes grabados en vídeo y difundidos por las redes sociales.

El presidente del país, Enrique Peña Nieto, que se encontraba camino de Oaxaca en el momento del temblor, convocó o al Comité Nacional de Emergencias para evaluar la situación y coordinar las acciones. Peña Nieto ha anunciado el despliegue de 3.000 militares en la capital.

La magnitud del seísmo ha derivado en mensajes de apoyo por parte de líderes internacionales como el colombiano, Juan Manuel Santos, que ha expresado su "solidaridad" con el Gobierno y el pueblo mexicano. También se ha pronunciado el presidente de Estados Unidos, Donald Trump: "Dios bendiga al pueblo de Ciudad de México. Estamos con vosotros".

El presidente del Gobierno español, Mariano Rajoy, ha trasladado su apoyo y su solidaridad a México y ha dicho seguir "con atención" la información sobre los daños materiales y humanos que el potente terremoto ha causado, según ha escrito en un mensaje en su cuenta personal de Twitter.

Al menos 25 muertos en una escuela primaria del sur de la Ciudad de México

21 niños y cuatro profesores han fallecido al derrumbarse el edificio por el sismo de 7,2 que ha golpeado el centro del país.

por Ángel Plascencia

Una escuela en el sur de la Ciudad de México ha colapsado este martes a causa del sismo de 7,1 que ha sufrido el centro de México y hadejado a decenas de niños entre los escombros. Al menos 21 menores y cuatro adultos han muerto. También hay al menos 30 desaparecidos por el derrumbe de la primaria Enrique Rebsamen, en la zona de Coapa, hasta donde se ha desplazado el presidente del país, Enrique Peña Nieto, y el jefe de Gobierno de la Cuidad de México, Miguel Ángel Mancera.

Una multitud de voluntarios se ha desplazado hasta el lugar, en una muestra más de la solidaridad que ha inundado la capital este martes. Hasta allí han llegado también unos 500 miembros del Ejército y de la Secretaría de Marina, así como 200 de Protección Civil. Entre los rescatados, hay 13 niños y cinco adultos sin identificar.

Las autoridades han solicitado a más de 200 personas retirarse de la zona para facilitar las labores de rescate. Además, han solicitado que no acudan más voluntarios para el rescate sino materiales para cortar hierro y concreto. Los menores han sido trasladados al Hospital Naval y al Ángeles.

Cuatro estudiantes de la Universidad Tecnológico de Monterrey, en su campus de la Ciudad de México, ha fallecido y otros 40 están heridos, según informó la universidad. Miembros de la Marina y otras fuerzas de seguridad realizan labores de rescate en los edificios del centro educativo.

Más de 200 escuelas de la Ciudad de México se han visto afectadas por el terremoto, 15 de ellas con daños severos. En el Estado de Puebla son 117 los colegios que han sufrido las consecuencias de este sismo.

Las clases se han suspendido desde este miércoles y hasta nuevo aviso en los Estados de Hidalgo, Estado de México, Ciudad de México, Morelos, Puebla, Guerrero, Tlaxcala y Michoacán.

El epicentro del desastre en el terremoto en México

La Roma y Condesa, dos de las colonias más antiguas y pobladas de la capital, sufren los peores efectos del sismo.

por Jacobo García

De lado a lado como una gelatina. Repentinamente todos los vehículos comenzaron a botar, los árboles a agitarse y los postes eléctricos se tensaron tanto que los cables se soltaron como látigos.

Del antiguo lago de Tenochitlán, que cubría antiguamente una parte de la Ciudad de México, las colonias de La Roma y Condesa son las más cenagosas y la zona más afectada por el terremoto que este martes ha sacudido el país. Hace 32 años estas dos colonias se convirtieron en una gigantesca morgue tras el seísmo de 1985, y este martes sensaciones parecidas recorrieron el cuerpo de veteranos y recién llegados.

Pero a la sensación que deja un terremoto de magnitud 7,1 no le importa el epicentro ni la historia. “Se sintió como el peor”, cuenta un superviviente de todos los anteriores. Eran cerca de las 13.20 de un día soleado cuando la tierra comenzó a moverse de lado a lado en la Ciudad de México. En pocos segundos, miradas para confirmar las sensaciones y gritos que no se sabía de dónde venían ni de qué advertían.

Los cristales de la Iglesia de Fátima, en la calle Chiapas, caían como espadas sobre las banquetas mientras la gente se refugiaba bajo edificios, de los también se desprendían cascotes. En la calle Oaxaca, un edificio que ocupa media media cuadra se ha desplomado sobre sí mismo. En la calle Jalapa esquina con San Luis, también en la colonia de La Roma, un edificio de cinco alturas se bamboleaba como un junco mientras los vecinos salían con el pánico en la cara.

100 segundos que fueron 100 horas y, tras la brutal agitación, el silencio. Polvo en el ambiente, olía a gas y sonaban las sirenas. Al final de la calle se escuchaban los primeros derrumbes.

En la calle Coahuila, un edificio parece una enorme V, caído sobre sí mismo; en la calle Chihuahua, la torre de una escuela infantil se vino abajo, con la suerte de que lo hizo sobre el muro exterior. A esa hora, y con el lugar lleno de madres y niños, la desgracia podría haber sido enorme.

Un poco más adelante, en la esquina de Medellín y San Luis Potosí, una enorme construcción de cinco alturas se encogió como un club sándwich sin que hasta el momento se conozca el número de víctimas. Una señora en silla de ruedas llora. “Había gente dentro”, dice.

En ambos casos no habían pasado ni cinco minutos del temblor y la gente comenzaba a organizarse: uno paró el coche, con una cuerda, otro acordonó la zona precariamente mientras otros más buscaban entre los escombros por si había niños atrapadas. En caso de terremoto, los mexicanos llevan en el ADN la necesidad de ayudar y de saber qué hacer.

Las heroicas escenas también se suceden. Cientos de personas comienzan alborotadamente a mover cascotes mientras las réplicas paralizan a cualquiera.

En medio del caos, repentinamente una voz pide agua y decenas de jóvenes cargan pesados garrafones para echar sobre los escombros y que el líquido se filtre entre las piedras. Una joven hace una lista de los medicamentos necesarios y vocea: “agua, alcohol, derivados de penicilina…”. Dos horas después, pegada a una farola, hay una lista con nombres de supervivientes. Hoy, como en el 85, la organización ciudadana llega antes que ningún servicio de emergencia.

Desde lo alto de una montaña de cascotes, los bomberos piden silencio a los espontáneos para escuchar las voces bajo los escombros.

Frente a la catástrofe, los viejos usan la radio y los jóvenes miran el celular, cuyo servicio va y viene. Los primeros, logran cantar los datos antes que nadie: “De 7,1, epicentro en Puebla, van 42 muertos. 20 edificios dañados...” “¿20 edificios dañados? Imposible, solo en el eje Roma-Condesa recorrido hay bastantes más”, replican.

La calle Álvaro Obregón, normalmente bullicioso corazón de bares y lugares de ocio, se ha convertido en un hospital de campaña donde los enfermos con goteros y camillas esperaban que pasaran las réplicas. En esta ocasión la alarma sísmica, otras veces eficaz advertencia, comenzó a sonar cuando la ciudad de casi 20 millones de habitantes ya había comenzado a moverse.

Dalia Perlasca, de 38 años, vive en un tercer piso de la calle Puebla. “Comenzó a moverse y me fui a la puerta, pero la casa iba de lado a lado y no podía meter las llaves. Suelo cerrar con varias cerraduras por razones de seguridad, pero todo se iba hacia los lados y no podía meter la llave, solo repetía 'me voy a morir”, recuerda “No fue como otros, que parece un baile, se notó un impacto duro”.

Su vecina, paralizada por el pánico, rezaba en el dintel de la puerta de enfrente: “Jesucristo Redentor, danos luz y sálvanos de esta catástrofe…”

Decenas de edificios han sido desalojados y se impide que la gente pase la noche en el interior, por lo que pasarán la noche a la intemperie o vigilando los cascotes de su casa, por temor a los saqueos.

Frente a cada edificio derrumbado y frente a cada desgracia, hay un viejo que canta los datos que va escuchando por la radio: “Van 100 muertos, 30 en la Ciudad de México, 50 en Puebla, 60 en Morelos…”

Fuentes:
Javier Lafuente, Más de 210 muertos por un fuerte terremoto en México, 20/09/17, El País. Consultado 20/09/17.
Ángel Plascencia, Al menos 25 muertos en una escuela primaria del sur de la Ciudad de México, 20/09/17, El País. Consultado 20/09/17.
Jacobo García, El epicentro del desastre en el terremoto en México, 20/09/17, El País. Consultado 20/09/17.

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