viernes, 22 de septiembre de 2017

México lucha contra el tiempo para rescatar supervivientes

La probabilidad de hallar gente con vida bajo los escombros de las decenas de edificios colapsados en la capital disminuye con el paso de las horas.

por Javier Lafuente y Jacobo García

Primero, el silencio, ese puño en alto que ya se ha vuelto característico. Después, los aplausos, los gritos de: “¡Sí se puede!”. Ivonne y Patricia salían en camilla, llevadas en volandas por el grupo de Topos que las rescató de un segundo piso de un edificio derrumbado de la colonia Roma, una de las más afectadas por el terremoto del martes que sacudió México. Después de 12 horas bajo una mesa y toneladas de piedras, las dos secretarias salían a la luz entre las lágrimas de todos, los que se habían jugado la vida y los que habían acarreado escombros y medicinas durante horas. Más de 50 personas han sido rescatadas con vida después del temblor. La lucha por encontrar supervivientes continúa contra reloj.

La probabilidad de hallar gente con vida bajo los escombros de las decenas de edificios colapsados en la capital disminuye con el paso de las horas, pero las labores de rescate lideradas por la Marina no cesan. El caso más significativo era aún este jueves el de la escuela Rebsamen, al sur de la ciudad, donde murieron 19 menores de edad y 6 adultos; 11 decena fueron salvados de entre los escombros. La Marina confirmó pasado el mediodía que seguían buscando a un adulto, y no a una niña, como habían informado algunos medios locales, lo que generó mucha confusión.

Los protocolos internacionales señalan que deben pasar 72 horas antes de abandonar la búsqueda o dar por muertos a las personas atrapadas en caso de sismo. Sin embargo, terremotos como el de Haití o el de México en 1985 demostraron, que es posible encontrar supervivientes más de una semana después del sismo. El papel de Los Topos, un símbolo tan mexicano como el chile o el Estadio Azteca, se vuelve esencial: se introducen en la montaña de cascotes, desafiando estructuras que solo necesitan una mínima sacudida para venirse abajo. Son capaces de reptar entre los escombros tragando polvo sin agua y sin luz hasta llegar al origen de la voz o los últimos latidos.

Los Topos es un grupo que surgió en 1985 tras el terremoto que dejó más de 10.000 muertos. Zapateros, plomeros o estudiantes sin preparación ni medios comenzaron a colaborar abrumados por el desastre. Organizados en brigadas y sólo con sus manos fueron responsables del rescate de decenas de personas gracias a dos habilidades: habilidad y valentía. Después de aquella tragedia han participado en sismos en todo el mundo, son la cuota de orgullo colectivo con la que México responde a cada desastre; un grupo que no recibe retribución de ningún tipo parte de autoridades nacionales o locales, y se mantienen de donaciones. Se capacitan entre ellos y los más veteranos imparten cursos de rescate, atención de emergencias y distintas técnicas a nuevos voluntarios.

El caso de Los Topos evidencia el coraje y el compromiso de los mexicanos ante esta tragedia, cuyas necesidades empiezan a cambiar. La solidaridad ha desbordado los centros de acopio de agua, frijoles, aceite y mantas, mientras los rescatistas buscan objetos que los vecinos tienen en casa. El entusiasmo y el voluntarismo ha pasado por encima a la coordinación profesional, eclipsado como ha estado esta tragedia de un liderazgo político por el compromiso de los ciudadanos, especialmente la población joven, la que también vive en algunos de los barrios más afectados, como Roma o Condesa.

Mientras se agotan las esperanzas de encontrar gente con vida, los trabajos se centran ahora en evaluar los daños del terremoto, que ha dejado más de 286 muertos y 1.900 heridos. Cerca de 7.000 casas y 5.000 escuelas, según distintas fuentes, han sido dañadas. Calibrar el destrozo, certificar cuánta gente puede regresar a sus casas o cuándo podrá hacerlo se ha vuelto un reto ingente para las autoridades, que también ven cómo empiezan a recibir críticas por la falta de ayuda rápida en otros lugares afectados por el sismo, como Morelos o Puebla.

Los partidos políticos estudian la forma de ceder parte del presupuesto destinado a la campaña electoral del próximo año -el país celebra comicios presidenciales el 1 de julio- a las víctimas de los terremotos, tanto el que ha golpeado esta semana como el del pasado 7 de septiembre, que sacudió Chiapas y Oaxaca. Una decisión que no está exenta de polémica, entre acusaciones de oportunismo de los políticos. Mientras, sobre el terreno, los mexicanos se agarraban al último aliento para encontrar gente con vida.

El megáfono que se apagó con la muerte de Erick

Su hermana, con un altavoz en la mano, pasó dos noches enviando ánimos a Erick a través de los cascotes hasta que lo encontraron sin vida.

por Jacobo García

¡Resiste!, ¡aguanta!, ¡tú puedes, Erick!”. Durante dos noches, la familia de Erick Gaona se mantuvo frente a la mole de hormigón, gritándole a la montaña de escombros con un megáfono.

La tarde del martes más negro, el edificio de cuatro pisos, en la calle Medellin 176 esquina San Luis, en la Colonia Roma, colapsó. Se vino abajo 40 minutos después del terremoto que ha costado ya la vida de al menos 273 personas. Fue la trampa que atrapó a Erick.

Salió y volvió a entrar. Le dijimos que no lo hiciera porque se veía feo, pero entró a recoger sus cosas”, recuerda el vendedor del puesto de periódicos y golosinas que hay frente a lo que hasta el martes era un edificio de oficinas. Se acuerda de él perfectamente: robusto, grande, con barba, unos cuarenta años.

Apenas había pasado media hora del temblor y a la 1:50 de la tarde la sensación en la calle San Luis Potosí era de que la pesadilla había terminado. Muchos vecinos aprovecharon para entrar y revisar los daños, pero el edificio de Erick se venció completamente de un lado.

Su familia buscó la lista de Locatel, fue a los hospitales de Xoco, Balbuena y la Cruz Roja de Polanco y en ninguno estaba su hermano. Tenía que estar ahí. Y ya no descansó.

Desde entonces su familia estuvo junto a los servicios de rescate con un megáfono desde el que le hablaba día y noche. “No nos vamos a mover hasta que salgas. Tu hija está bien, tus padres están bien…te fe", gritaba a los cascotes su hermana.

Durante dos noches, con cada ladrido de los perros, lo que significa que hay alguien sepultado, se avivaba la esperanza. Hasta entonces, los brigadistas habían sacado de esos mismos escombros a tres personas vivas y tres muertas y solo quedaba él, de acuerdo con el recuento que habían hecho los vecinos, amigos y familiares.

La tarde del 19 de septiembre, en el portal de Medellín Nº 176 había una vendedora de tortas que quedó aplastada por cuatro pisos junto a una niña. Ambas habían vuelto al changarro después del susto. Solo habían pasado 40 minutos; hasta cierto punto normal. Una reacción tan natural como peligrosa, teniendo en cuenta que ha habido más de 100 réplicas desde entonces.

50 horas después su hermana seguía: “Te amo, aquí está tu familia, no nos vamos a mover, resiste”, gritaba cada vez con menos fuerza, pensando que lo escuchaba.

Cerca de las 12 de la mañana del jueves, Chichi, un pastor belga de aspecto famélico y entrenado en Saltillo, seguía oliendo entre las piedras. Husmea hasta que localizó un lugar y comenzó a arañar el cemento de forma frenética. Era la segunda vez que marcaba el mismo punto.

Una vez ubicada la existencia de un cuerpo, el equipo israelí y los Topos de México se hundieron entre las piedras y salieron con Erick envuelto en una sábana. Entonces, en un gesto que ya es un símbolo, levantaron el puño para pedir un minuto de silencio. Los rescatistas explicaron después que, probablemente falleció en el instante del derrumbe, con la caída de los primeros cristales.

Su hermano se detuvo entonces ante las decenas de voluntarios que llevaban dos días dejándose la piel sobre los cascotes y tomó el simbólico megáfono para dirigirse a ellos: “Gracias a todos, gracias a quienes han ayudado en las tareas de rescate y a quienes han traído comida y víveres. Pido un aplauso para ellos…”, y se esfumó entre la gente, con el megáfono derrotado colgando en la mano. El milagro había pasado de largo hacia otra cuadra.

Frida Sofía: el rescate que confundió a México

La falsa noticia de que Frida, una niña de 12 años, estaba atrapada bajo los escombros del colegio Enrique Rébsamen acapara los informativos mexicanos.

por Elías Camhaji

La historia dio la vuelta el mundo. Todos esperaban encontrarla con vida: “¿Qué se sabe de la niña? ¿Está viva? ¿Han podido sacarla?”. Una menor había sobrevivido el derrumbe del Colegio Enrique Rebsamen, una de las postales más desoladoras del sismo de magnitud 7,1 que asoló al centro de México el pasado martes. El último reducto de esperanza en el epicentro de la tragedia en la Ciudad de México tenía dos nombres: Frida Sofía. Televisa, la mayor cadena de televisión del país, volcó su cobertura en la menor de 12 años “que pronto sería rescatada” y “había alcanzado a tomar agua”. La retransmisión duró horas y la noticia se volvió viral. “Nosotros nunca tuvimos conocimiento de esta versión y estamos seguros de que no fue una realidad”, ha dicho este jueves desde la zona cero el subsecretario de Marina, Enrique Sarmiento, ante una nube de reporteros que se remolinaba para dar a conocer la nueva información.

La existencia de una chica atrapada se dio a conocer este miércoles. El oficial mayor de la Marina, el almirante José Luis Vergara, ofreció detalles de la ubicación de la menor e incluso informó sobre la estrategia para rescatarla con vida. "Tuvimos que cambiar la estrategia para hacer unos cortes (en los escombros), a la vez el tiempo se nos viene encima y esperemos que en poco tiempo podamos estar rescatando a la niña y a quienes estén con ella", afirmó el militar a Milenio Televisión. En Televisa el oficial fue todavía más lejos y dijo que habían conseguido comunicarse con Frida, quien les había contado que estaba "muy cansada".

Las dudas comenzaron la noche del miércoles, cuando el secretario de Educación Pública, Aurelio Nuño, dijo a Televisa que ninguno de los padres habían buscado a una menor llamada Frida Sofía y que no había registro de ninguna estudiante con ese nombre. Las versiones de que podría tratarse de un bulo se esparcieron en toda la prensa mexicana y las declaraciones de Sarmiento, el jefe del rescate en la escuela, dieron el puntillazo a la historia. "Ofrezco a los mexicanos una disculpa por la información vertida esta tarde", ha manifestado por la noche el mando de la Marina.

Hay indicios de que posiblemente quede una persona con vida todavía”, ha afirmado el vicealmirante por la tarde. En la escuela Enrique Rebsamen ya no quedaban niños: “Todos desgraciadamente fallecieron o están en los hospitales o están a salvo en sus casas”, agregó Sarmiento. Lo más probable es que la superviviente sea una empleada de intendencia, de quien se ha encontrado un rastro de sangre, según el cálculo de las autoridades.


La noticia retumbó dentro y fuera de la zona cero. Frida Sofía había sido el combustible de las últimas tareas de búsqueda. Ninguno de los voluntarios que repartían comida ni los reporteros que habían creado redacciones y estudios en el centro del patio del colegio ni los policías que custodiaban el cerco ni los marinos y los “topos” que se habían abierto paso entre los escombros iban a detener los esfuerzos contrarreloj después de casi 48 horas de búsqueda. La consigna de no parar hasta encontrar a la última persona atrapada nunca cambió, pero sí lo hizo el ánimo en el perímetro de búsqueda.

Ha sido una gran decepción, una burla, se jugó con los sentimientos de la gente en un momento muy delicado”, confiaba molestó un periodista de televisión, que pidió no dar su nombre y que ha pasado dos noches frente a la escuela. “Tenemos una última oportunidad: queda una persona con vida, obviamente duele que ya no haya esperanza de salvar a más niños”, susurraba durante un descanso un bombero de la base de Tacubaya, al oeste de la capital. “Dentro de los escombros ves el alcance de la destrucción, no tenemos tiempo que perder ni pelear por quién se cuelga la medalla al heroísmo”, contestaba frustrado uno de los rescatistas. “Se ha montado un circo mediático, no hagan caso a los rumores”, pedía uno de los maestros a los padres que ya habían encontrado a sus hijos: “Ya no vengan aquí, quédense con sus hijos, abrácenlos”. Todos son anónimos, el dolor es más grande que ellos mismos.

Una grieta en diagonal atraviesa el salón del primer año de Kindergarten, en la planta baja del edificio que todavía queda en pie. Dos aulas más adelante yacen en el suelo mochilas, cuadernos y libros. Era donde tomaba clases uno de los grupos de primaria. “No tengo palabras, acabo de ir al funeral de uno de mis alumnos”, decía una profesora de primaria, en uno de los rincones más apartados del rescate. Las maestras han sido clave en la búsqueda: nadie conoce la escuela mejor que ellas.

Han pasado dos días. Al margen del rescate, la comunidad del Enrique Rebsamen se pregunta cómo seguir adelante, cómo seguir mañana. “Mi hija no quiere hablar de esto, el primer día la noté tranquila, pero cada día que ha pasado la he visto más asustada”, cuenta Héctor sobre su niña de 11 años. “Quiero estar cerca y hablar mucho con ella”, añade. El saldo final de las autoridades es que 19 niños murieron y 11 están hospitalizados.

Monchito’, el niño inventado del sismo del 85, revive por el falso caso de Frida Sofía

Un gran operativo de rescate nació de una mentira o una psicosis colectiva, según contaban los medios hace 32 años.

El derrumbe de la escuela Enrique Rébsamen es uno de los casos más críticos que ocasionó el terremoto del 19 de septiembre en México. Al menos 19 niños fallecieron por el colapso del edificio y los brigadistas han trabajado a marchas forzadas durante tres días para encontrar a otros desaparecidos, menores y adultos. La noche del pasado miércoles varios medios televisivos enfocaron su cobertura a la búsqueda de una de las estudiantes de la escuela, a quien identificaban como Frida Sofía. La Marina confirmó este jueves que la niña no existe y descartó que haya más niños bajo los escombros.

Los mexicanos han expresado su indignación en redes por la falsa noticia, que ha creado confusión entre los brigadistas y las personas cercanas a la escuela (padres de familia y empleados). En Twitter han comparado este caso con el de Monchito, el niño que se pensaba estaba atrapado entre los escombros tras el sismo de 1985. Él también fue un mito.

Hace 32 años, las autoridades mexicanas realizaron un enorme despliegue para rescatar a Luis Ramón Monchito, un niño de nueve años supuestamente atrapado en un edificio del Centro Histórico de la Ciudad de México. A la misión se unieron un grupo de rescatistas de Miami, bomberos de Algeria y hasta una santera michoacana, describió José Comas en una crónica para El País en 1985. Según los testimonios de los rescatistas, recabados por los medios, el niño se comunicaba a través de golpecitos en los muros colapsados.

Después de un operativo de rescate de más de una semana, las autoridades mexicanas descartaron cualquier señal de vida bajo los escombros del edificio. “Fue la ausencia de moscas y de olor a muerto en el edificio lo que llamó la atención [de los rescatistas en la zona]”, explicó Comas.

Poco a poco, los especialistas internacionales renunciaron a la misión ante la confusión y el caos.“Las tareas de rescate de Monchito han puesto de manifiesto el desbarajuste, la desorganización y la desinformación que han reinado en México desde el día del terremoto”, comentó el corresponsal.

Los medios ofrecen dos teorías del origen de Monchito. La primera es que un hombre inventó la historia para que los brigadistas retiraran el escombro y él pudiera dar con una caja fuerte, en la que supuestamente guardaba millones de pesos. La otra es que fue el producto de una psicosis colectiva de la gente presente en la zona de desastre, un efecto del trauma de un sismo con magnitud de 8,1. Aún no es claro si el niño realmente existía pero no fue atrapado bajo un edificio o qué fue de la familia que solicitó el rescate.

Los trabajos fueron desde el principio un engaño”, dijo en ese entonces Adolfo Gómez Ibarra, director de las misiones de rescate al periodista y escritor Carlos Monsiváis, según el diario El Financiero. “Yo lo afirmé desde el primer momento, sin pretender caer en ninguna profecía: jamás existió prueba alguna de que bajo los escombros hubiera vida”.
Fuentes:
Javier Lafuente, Jacobo García, México lucha contra el tiempo para rescatar supervivientes, 22/09/17, El País. Consultado 22/09/17.
Jacobo García, El megáfono que se apagó con la muerte de Erick, 22/09/17, El País. Consultado 22/09/17.
Elías Camhaji, Frida Sofía: el rescate que confundió a México, 22/09/17, El País. Consultado 22/09/17.
‘Monchito’, el niño inventado del sismo del 85, revive por el falso caso de Frida Sofía, 21/09/17, El País - Verne. Consultado 22/09/17.

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