La probabilidad
de hallar gente con vida bajo los escombros de las decenas de
edificios colapsados en la capital disminuye con el paso de las horas.
por Javier Lafuente
y Jacobo García
Primero, el
silencio, ese puño en alto que ya se ha vuelto característico.
Después, los aplausos, los gritos de: “¡Sí se puede!”. Ivonne
y Patricia salían en camilla, llevadas en volandas por el grupo de
Topos que las rescató de un segundo piso de un edificio derrumbado
de la colonia Roma, una de las más afectadas por el terremoto del martes que sacudió México. Después de 12 horas bajo una mesa y
toneladas de piedras, las dos secretarias salían a la luz entre las
lágrimas de todos, los que se habían jugado la vida y los que
habían acarreado escombros y medicinas durante horas. Más de 50
personas han sido rescatadas con vida después del temblor. La lucha
por encontrar supervivientes continúa contra reloj.
La probabilidad
de hallar gente con vida bajo los escombros de las decenas de
edificios colapsados en la capital disminuye con el paso de las
horas, pero las labores de rescate lideradas por la Marina no cesan.
El caso más significativo era aún este jueves el de la escuela
Rebsamen, al sur de la ciudad, donde murieron 19 menores de edad y 6
adultos; 11 decena fueron salvados de entre los escombros. La Marina
confirmó pasado el mediodía que seguían buscando a un adulto, y no a una niña, como habían informado algunos medios locales, lo que
generó mucha confusión.
Los protocolos
internacionales señalan que deben pasar 72 horas antes de abandonar
la búsqueda o dar por muertos a las personas atrapadas en caso de
sismo. Sin embargo, terremotos como el de Haití o el de México en 1985 demostraron, que es posible encontrar supervivientes más de una
semana después del sismo. El papel de Los Topos, un símbolo tan
mexicano como el chile o el Estadio Azteca, se vuelve esencial: se
introducen en la montaña de cascotes, desafiando estructuras que
solo necesitan una mínima sacudida para venirse abajo. Son capaces
de reptar entre los escombros tragando polvo sin agua y sin luz hasta
llegar al origen de la voz o los últimos latidos.
Los Topos es un
grupo que surgió en 1985 tras el terremoto que dejó más de 10.000
muertos. Zapateros, plomeros o estudiantes sin preparación ni medios
comenzaron a colaborar abrumados por el desastre. Organizados en
brigadas y sólo con sus manos fueron responsables del rescate de
decenas de personas gracias a dos habilidades: habilidad y valentía.
Después de aquella tragedia han participado en sismos en todo el
mundo, son la cuota de orgullo colectivo con la que México responde
a cada desastre; un grupo que no recibe retribución de ningún tipo
parte de autoridades nacionales o locales, y se mantienen de
donaciones. Se capacitan entre ellos y los más veteranos imparten
cursos de rescate, atención de emergencias y distintas técnicas a
nuevos voluntarios.
El caso de Los
Topos evidencia el coraje y el compromiso de los mexicanos ante esta
tragedia, cuyas necesidades empiezan a cambiar. La solidaridad ha
desbordado los centros de acopio de agua, frijoles, aceite y mantas,
mientras los rescatistas buscan objetos que los vecinos tienen en
casa. El entusiasmo y el voluntarismo ha pasado por encima a la
coordinación profesional, eclipsado como ha estado esta tragedia de
un liderazgo político por el compromiso de los ciudadanos,
especialmente la población joven, la que también vive en algunos de
los barrios más afectados, como Roma o Condesa.
Mientras se
agotan las esperanzas de encontrar gente con vida, los trabajos se
centran ahora en evaluar los daños del terremoto, que ha dejado más
de 286 muertos y 1.900 heridos. Cerca de 7.000 casas y 5.000
escuelas, según distintas fuentes, han sido dañadas. Calibrar el
destrozo, certificar cuánta gente puede regresar a sus casas o
cuándo podrá hacerlo se ha vuelto un reto ingente para las
autoridades, que también ven cómo empiezan a recibir críticas por
la falta de ayuda rápida en otros lugares afectados por el sismo,
como Morelos o Puebla.
Los partidos
políticos estudian la forma de ceder parte del presupuesto destinado
a la campaña electoral del próximo año -el país celebra comicios
presidenciales el 1 de julio- a las víctimas de los terremotos,
tanto el que ha golpeado esta semana como el del pasado 7 de septiembre, que sacudió Chiapas y Oaxaca. Una decisión que no está
exenta de polémica, entre acusaciones de oportunismo de los
políticos. Mientras, sobre el terreno, los mexicanos se agarraban al
último aliento para encontrar gente con vida.
El megáfono que
se apagó con la muerte de Erick
Su hermana, con
un altavoz en la mano, pasó dos noches enviando ánimos a Erick a
través de los cascotes hasta que lo encontraron sin vida.
por Jacobo García
“¡Resiste!,
¡aguanta!, ¡tú puedes, Erick!”. Durante dos noches, la familia
de Erick Gaona se mantuvo frente a la mole de hormigón, gritándole
a la montaña de escombros con un megáfono.
La tarde del
martes más negro, el edificio de cuatro pisos, en la calle Medellin 176 esquina San Luis, en la Colonia Roma, colapsó. Se vino abajo 40
minutos después del terremoto que ha costado ya la vida de al menos
273 personas. Fue la trampa que atrapó a Erick.
“Salió y
volvió a entrar. Le dijimos que no lo hiciera porque se veía feo,
pero entró a recoger sus cosas”, recuerda el vendedor del puesto
de periódicos y golosinas que hay frente a lo que hasta el martes
era un edificio de oficinas. Se acuerda de él perfectamente:
robusto, grande, con barba, unos cuarenta años.
Apenas había
pasado media hora del temblor y a la 1:50 de la tarde la sensación
en la calle San Luis Potosí era de que la pesadilla había
terminado. Muchos vecinos aprovecharon para entrar y revisar los
daños, pero el edificio de Erick se venció completamente de un
lado.
Su familia buscó
la lista de Locatel, fue a los hospitales de Xoco, Balbuena y la Cruz
Roja de Polanco y en ninguno estaba su hermano. Tenía que estar ahí.
Y ya no descansó.
Desde entonces su
familia estuvo junto a los servicios de rescate con un megáfono
desde el que le hablaba día y noche. “No nos vamos a mover hasta
que salgas. Tu hija está bien, tus padres están bien…te fe",
gritaba a los cascotes su hermana.
Durante dos
noches, con cada ladrido de los perros, lo que significa que hay
alguien sepultado, se avivaba la esperanza. Hasta entonces, los
brigadistas habían sacado de esos mismos escombros a tres personas
vivas y tres muertas y solo quedaba él, de acuerdo con el recuento
que habían hecho los vecinos, amigos y familiares.
La tarde del 19
de septiembre, en el portal de Medellín Nº 176 había una vendedora
de tortas que quedó aplastada por cuatro pisos junto a una niña.
Ambas habían vuelto al changarro después del susto. Solo habían
pasado 40 minutos; hasta cierto punto normal. Una reacción tan
natural como peligrosa, teniendo en cuenta que ha habido más de 100
réplicas desde entonces.
50 horas después
su hermana seguía: “Te amo, aquí está tu familia, no nos vamos a
mover, resiste”, gritaba cada vez con menos fuerza, pensando que lo
escuchaba.
Cerca de las 12
de la mañana del jueves, Chichi, un pastor belga de aspecto famélico
y entrenado en Saltillo, seguía oliendo entre las piedras. Husmea
hasta que localizó un lugar y comenzó a arañar el cemento de forma
frenética. Era la segunda vez que marcaba el mismo punto.
Una vez ubicada
la existencia de un cuerpo, el equipo israelí y los Topos de México
se hundieron entre las piedras y salieron con Erick envuelto en una
sábana. Entonces, en un gesto que ya es un símbolo, levantaron el
puño para pedir un minuto de silencio. Los rescatistas explicaron
después que, probablemente falleció en el instante del derrumbe,
con la caída de los primeros cristales.
Su hermano se
detuvo entonces ante las decenas de voluntarios que llevaban dos días
dejándose la piel sobre los cascotes y tomó el simbólico megáfono
para dirigirse a ellos: “Gracias a todos, gracias a quienes han
ayudado en las tareas de rescate y a quienes han traído comida y
víveres. Pido un aplauso para ellos…”, y se esfumó entre la
gente, con el megáfono derrotado colgando en la mano. El milagro
había pasado de largo hacia otra cuadra.
Frida Sofía: el
rescate que confundió a México
La falsa noticia
de que Frida, una niña de 12 años, estaba atrapada bajo los
escombros del colegio Enrique Rébsamen acapara los informativos
mexicanos.
por Elías Camhaji
La historia dio
la vuelta el mundo. Todos esperaban encontrarla con vida: “¿Qué
se sabe de la niña? ¿Está viva? ¿Han podido sacarla?”. Una
menor había sobrevivido el derrumbe del Colegio Enrique Rebsamen,
una de las postales más desoladoras del sismo de magnitud 7,1 que
asoló al centro de México el pasado martes. El último reducto de
esperanza en el epicentro de la tragedia en la Ciudad de México
tenía dos nombres: Frida Sofía. Televisa, la mayor cadena de
televisión del país, volcó su cobertura en la menor de 12 años
“que pronto sería rescatada” y “había alcanzado a tomar
agua”. La retransmisión duró horas y la noticia se volvió viral.
“Nosotros nunca tuvimos conocimiento de esta versión y estamos
seguros de que no fue una realidad”, ha dicho este jueves desde la
zona cero el subsecretario de Marina, Enrique Sarmiento, ante una
nube de reporteros que se remolinaba para dar a conocer la nueva
información.
La existencia de
una chica atrapada se dio a conocer este miércoles. El oficial mayor
de la Marina, el almirante José Luis Vergara, ofreció detalles de
la ubicación de la menor e incluso informó sobre la estrategia para
rescatarla con vida. "Tuvimos que cambiar la estrategia para
hacer unos cortes (en los escombros), a la vez el tiempo se nos viene
encima y esperemos que en poco tiempo podamos estar rescatando a la
niña y a quienes estén con ella", afirmó el militar a Milenio
Televisión. En Televisa el oficial fue todavía más lejos y dijo
que habían conseguido comunicarse con Frida, quien les había
contado que estaba "muy cansada".
Las dudas
comenzaron la noche del miércoles, cuando el secretario de Educación
Pública, Aurelio Nuño, dijo a Televisa que ninguno de los padres
habían buscado a una menor llamada Frida Sofía y que no había
registro de ninguna estudiante con ese nombre. Las versiones de que
podría tratarse de un bulo se esparcieron en toda la prensa mexicana
y las declaraciones de Sarmiento, el jefe del rescate en la escuela,
dieron el puntillazo a la historia. "Ofrezco a los mexicanos una
disculpa por la información vertida esta tarde", ha manifestado
por la noche el mando de la Marina.
“Hay indicios
de que posiblemente quede una persona con vida todavía”, ha
afirmado el vicealmirante por la tarde. En la escuela Enrique
Rebsamen ya no quedaban niños: “Todos desgraciadamente fallecieron
o están en los hospitales o están a salvo en sus casas”, agregó
Sarmiento. Lo más probable es que la superviviente sea una empleada
de intendencia, de quien se ha encontrado un rastro de sangre, según
el cálculo de las autoridades.
En vivo | Se han rescatado 11 menores con vida de la escuela Enrique Rébsamen, informan autoridades https://t.co/qA0XNDyaSa pic.twitter.com/JYIETy6Rcq— EL PAIS América (@elpais_america) 21 de septiembre de 2017
La noticia
retumbó dentro y fuera de la zona cero. Frida Sofía había sido el
combustible de las últimas tareas de búsqueda. Ninguno de los
voluntarios que repartían comida ni los reporteros que habían
creado redacciones y estudios en el centro del patio del colegio ni
los policías que custodiaban el cerco ni los marinos y los “topos”
que se habían abierto paso entre los escombros iban a detener los
esfuerzos contrarreloj después de casi 48 horas de búsqueda. La
consigna de no parar hasta encontrar a la última persona atrapada
nunca cambió, pero sí lo hizo el ánimo en el perímetro de
búsqueda.
“Ha sido una
gran decepción, una burla, se jugó con los sentimientos de la gente
en un momento muy delicado”, confiaba molestó un periodista de
televisión, que pidió no dar su nombre y que ha pasado dos noches
frente a la escuela. “Tenemos una última oportunidad: queda una
persona con vida, obviamente duele que ya no haya esperanza de salvar
a más niños”, susurraba durante un descanso un bombero de la base
de Tacubaya, al oeste de la capital. “Dentro de los escombros ves
el alcance de la destrucción, no tenemos tiempo que perder ni pelear
por quién se cuelga la medalla al heroísmo”, contestaba frustrado
uno de los rescatistas. “Se ha montado un circo mediático, no
hagan caso a los rumores”, pedía uno de los maestros a los padres
que ya habían encontrado a sus hijos: “Ya no vengan aquí,
quédense con sus hijos, abrácenlos”. Todos son anónimos, el
dolor es más grande que ellos mismos.
Una grieta en
diagonal atraviesa el salón del primer año de Kindergarten, en la
planta baja del edificio que todavía queda en pie. Dos aulas más
adelante yacen en el suelo mochilas, cuadernos y libros. Era donde
tomaba clases uno de los grupos de primaria. “No tengo palabras,
acabo de ir al funeral de uno de mis alumnos”, decía una profesora
de primaria, en uno de los rincones más apartados del rescate. Las
maestras han sido clave en la búsqueda: nadie conoce la escuela
mejor que ellas.
Han pasado dos
días. Al margen del rescate, la comunidad del Enrique Rebsamen se
pregunta cómo seguir adelante, cómo seguir mañana. “Mi hija no
quiere hablar de esto, el primer día la noté tranquila, pero cada
día que ha pasado la he visto más asustada”, cuenta Héctor sobre
su niña de 11 años. “Quiero estar cerca y hablar mucho con ella”,
añade. El saldo final de las autoridades es que 19 niños murieron y
11 están hospitalizados.
‘Monchito’,
el niño inventado del sismo del 85, revive por el falso caso de
Frida Sofía
Un gran operativo
de rescate nació de una mentira o una psicosis colectiva, según
contaban los medios hace 32 años.
El derrumbe de la escuela Enrique Rébsamen es uno de los casos más críticos que
ocasionó el terremoto del 19 de septiembre en México. Al menos 19
niños fallecieron por el colapso del edificio y los brigadistas han
trabajado a marchas forzadas durante tres días para encontrar a
otros desaparecidos, menores y adultos. La noche del pasado miércoles
varios medios televisivos enfocaron su cobertura a la búsqueda de
una de las estudiantes de la escuela, a quien identificaban como
Frida Sofía. La Marina confirmó este jueves que la niña no existe
y descartó que haya más niños bajo los escombros.
Los mexicanos han
expresado su indignación en redes por la falsa noticia, que ha
creado confusión entre los brigadistas y las personas cercanas a la
escuela (padres de familia y empleados). En Twitter han comparado
este caso con el de Monchito, el niño que se pensaba estaba atrapado
entre los escombros tras el sismo de 1985. Él también fue un mito.
Hace 32 años,
las autoridades mexicanas realizaron un enorme despliegue para
rescatar a Luis Ramón Monchito, un niño de nueve años
supuestamente atrapado en un edificio del Centro Histórico de la
Ciudad de México. A la misión se unieron un grupo de rescatistas de
Miami, bomberos de Algeria y hasta una santera michoacana, describió
José Comas en una crónica para El País en 1985. Según los
testimonios de los rescatistas, recabados por los medios, el niño se
comunicaba a través de golpecitos en los muros colapsados.
Después de un
operativo de rescate de más de una semana, las autoridades mexicanas
descartaron cualquier señal de vida bajo los escombros del edificio.
“Fue la ausencia de moscas y de olor a muerto en el edificio lo que
llamó la atención [de los rescatistas en la zona]”, explicó
Comas.
Poco a poco, los
especialistas internacionales renunciaron a la misión ante la
confusión y el caos.“Las tareas de rescate de Monchito han puesto
de manifiesto el desbarajuste, la desorganización y la
desinformación que han reinado en México desde el día del
terremoto”, comentó el corresponsal.
Los medios
ofrecen dos teorías del origen de Monchito. La primera es que un
hombre inventó la historia para que los brigadistas retiraran el
escombro y él pudiera dar con una caja fuerte, en la que
supuestamente guardaba millones de pesos. La otra es que fue el
producto de una psicosis colectiva de la gente presente en la zona de
desastre, un efecto del trauma de un sismo con magnitud de 8,1. Aún
no es claro si el niño realmente existía pero no fue atrapado bajo
un edificio o qué fue de la familia que solicitó el rescate.
“Los trabajos
fueron desde el principio un engaño”, dijo en ese entonces Adolfo
Gómez Ibarra, director de las misiones de rescate al periodista y
escritor Carlos Monsiváis, según el diario El Financiero. “Yo lo
afirmé desde el primer momento, sin pretender caer en ninguna
profecía: jamás existió prueba alguna de que bajo los escombros
hubiera vida”.
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Fuentes:
Javier Lafuente, Jacobo García, México lucha contra el tiempo para rescatar supervivientes, 22/09/17, El País. Consultado 22/09/17.
Jacobo García, El megáfono que se apagó con la muerte de Erick, 22/09/17, El País. Consultado 22/09/17.
Elías Camhaji, Frida Sofía: el rescate que confundió a México, 22/09/17, El País. Consultado 22/09/17.
‘Monchito’, el niño inventado del sismo del 85, revive por el falso caso de Frida Sofía, 21/09/17, El País - Verne. Consultado 22/09/17.
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