Denuncian
que seis empresas controlan el mercado de semillas. La
investigadora Silvia Ribeiro, una de las mayores investigadoras
latinoamericanas, sostiene que Argentina y Brasil tienen el 21 por
ciento del consumo de agrotóxicos. Seis multinacionales gigantes se
reparten el mercado de semillas.
por
Darío Aranda
La
amenaza que implica la fusión de las grandes empresas (como
Bayer-Monsanto), el rol de la ciencia al servicio de las compañías,
el peligro de los nuevos transgénicos y la necesidad de más
agricultura campesina-indígena. Algunos de los temas que trabaja
desde hace treinta años Silvia Ribeiro, una de las mayores
investigadoras latinoamericanas sobre el agronegocio. Y una
definición de los países de la región: “Han perdido soberanía
por su dependencia extrema a un puñado de empresas biotecnológicas”.
Investigadora
del Grupo ETC (Grupo de Acción sobre Erosión, Tecnología y
Concentración), Ribeiro fue una de las disertantes en el Encuentro
Intercontinental Madre Tierra, una sola salud, organizado en Rosario
por la materia Salud Socioambiental de la Facultad de Ciencias
Médicas.
- América
latina está dividida en dos en la situación agrícola. Está la
república unida de la soja (Argentina, Uruguay, Paraguay, Bolivia y
Brasil) y el resto. Hay que recordar que luego de 20 años de
transgénicos, sólo diez países tienen el 90 por ciento de la
producción. Quiere decir que los transgénicos nunca llegaron a ser
el fenómeno omnipresente que nos quieren hacer creer.
- ¿Cuáles
son las características de estos países dominados por el modelo
transgénico?
- La
estructura agrícola ha sufrido un proceso de concentración
corporativa y de reforma agraria al revés, concentró la tierra en
menos manos. A eso hay que sumarle las enfermedades provocadas por
los agrotóxicos. Un dato elocuente es que Argentina y Brasil tienen
el 21 por ciento del consumo global de agrotóxicos. Si
Monsanto-Bayer quieren poner condiciones inaceptables, las va a poder
poner por el nivel de vulnerabilidad altísimo del país al depender
de esas compañías. Han perdido soberanía por su dependencia
extrema a un puñado de empresas biotecnológicas. El resto de
América Latina se parece más a la media mundial. La mayor parte de
alimentos la siguen produciendo los pequeños agricultores urbanos,
campesinos, la pesca artesanal. El 70 por ciento del mundo se
alimenta mediante la agricultura familiar y hay que profundizar ese
camino.
- ¿Cómo
es el proceso de “megafusiones” de las empresas transgénicas?
- Una
referencia es que hace veinte años Monsanto no tenía semillas y hoy
es la más grande del mundo. Hace treinta años había más de 7000
empresas de semillas. Y ahora Monsanto tiene el 25 por ciento del
mercado de todo tipo de semillas. Lo que ha pasado es que en 20 años
se han dado más de 200 fusiones. Que terminan en lo que llamamos las
seis gigantes genéticos. Son Monsanto, Syngenta, Dupont, Dow, Basf y
Bayer. Estas empresas dominan el mercado mundial de semillas. Y todas
son productoras de venenos. Primero concentran el mercado y luego
comienzan las megafusiones. Monsanto-Bayer, Syngenta-ChenChina,
Dow-Dupont controlan más del 60 por ciento del mercado total de
semillas (no solo transgénicas) y el 71 por ciento del mercado de
agrotóxicos. Cifras descabelladas. Ninguna oficina antimonopolio
debiera aprobar esas fusiones.
- ¿Cuál
es el riesgo?
- Controlan
precio, innovación e impacta en las políticas agrícolas. Países
que están con un alto grado de agricultura industrial, como
Argentina, pasan a estar en situación de vulnerabilidad. Incluso en
términos de soberanía. Estas empresas tienen un poder de
negociación que es mucho más que de negociación, es de imposición
sobre un país, incluso con leyes a medida.
- Empresas
y medios están con una campaña sobre los “nuevos transgénicos”.
Ustedes remarcan críticas.
- Le
llaman edición genómica. Cuenta con una gran maniobra de propaganda
para no pasar por ninguna ley de bioseguridad.
- ¿De
qué se trata y qué riesgos implica?
- El
desconocimiento que hay sobre las funciones del genoma es bastante
amplio. Ahora nos quieren hacer creer que lo que hacen con los genes
es como cambiar un texto, con pequeños cambios, que no impactaría
en el sentido total. Y eso es mentira. Un ejemplo para entenderlo es
como si tomaras los diez mandamientos en un idioma que no conocés, y
le sacas una palabra, un “no”. Ellos te dicen que no implica
nada. Pero es fundamental, modifica todo el sentido.
- ¿Es
una manipulación genética que no se conoce cómo impactará?
- Hay
un desconocimiento muy grande no solo de para qué sirven los genes,
se conocen algunas funciones, y no las interacciones entre sí ni las
interacciones de los genes por razones externas, como ambientales. El
genoma no es un mapa estático. El grado de incertidumbre es muy alto
y claro que tampoco se sabe su impacto en la salud y el ambiente.
- ¿Cuáles
son estas nuevas tecnologías transgénicas?
- Son
varias. La estrella es una que descubren en 2012, Crispr
(“Repeticiones palindrómicas cortas agrupadas y regularmente
interespaciadas”). Una manera muy burda de explicar es que se trata
de un GPS con un par de tijeras. Crispr es un GPS que te lleva a una
parte específica del genoma, y Cas9 son las tijeras. Es una
modificación genética con impactos impredecibles.
- ¿Implica
más transgénicos?
- Con
estas nuevas tecnologías pueden producir cualquier tipo de
transgénico. Resistencia a herbicidas, silenciar genes, agregar
genes distintos. Lo quieren usar tanto en alimentos como en salud.
Ellos dicen que es previsible, pero es todo lo contrario. Incluso con
estas tecnologías pueden eliminar especias que ellos consideran
molestas, como el amaranto, que no pueden controlar con los
agrotóxicos. Monsanto y Dupont son los que más están impulsando.
- ¿Cuál
es el rol de la ciencia en este modelo?
- Con
los científicos críticos ha habido una caza de brujas brutal. Dos
ejemplos son (Gilles-Eric) Seralini en Francia y Andrés Carrasco en
Argentina. El ataque mediático, económico y político es feroz con
las voces críticas.
- ¿Y
sobre la ciencia dominante?
- En
términos de política científica dominante es una ciencia
mercenaria, vendida a los intereses de las corporaciones. Es una
tecnociencia que busca resultados para las empresas.
- ¿La
opción?
- La
parte esperanzadora que tiene que ver con este congreso, donde hay
cada vez más personas, de muchas partes del mundo, críticas. Y
también hay esperanza porque los campesinos están decididos a
quedarse en la tierra que siempre vivieron.
Fuente:
Darío Aranda, Una reforma agraria al revés, 18/09/17, Página/12. Consultado 19/09/17.
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