miércoles, 18 de octubre de 2017

200 años del nacimiento de Thoreau, precursor del ecologismo y sabio inconformista

Este año se celebra el 200 aniversario del nacimiento del padre del ecologismo, Henry David Thoreau, filósofo y científico, además de precursor de los movimientos naturalistas y corrientes antisistema en una época en la que ya comenzaban a vislumbrarse profundos cambios en el medio ambiente y en la sociedad.

Con motivo de este aniversario, se celebran en todo el mundo conferencias y actos relacionados con su vida y obra, y “Walden”, lago emblemático en el que el fílósofo estadounidense vivió durante dos años se ha convertido en lugar de peregrinación para miles de sus seguidores que buscan bucear en el pensamiento de este hombre tan peculiar como sabio.

Thoreau, (Concord, Massachusetts, Estados Unidos, 12 de julio de 1817 - 6 de mayo de 1862) nació y creció en una época en la que la ciencia estaba íntimamente ligada con la filosofía, y dejó una extensa obra literaria que ha marcado el estudio de la biología y la trayectoria de muchos jóvenes para los que “Walden” (reeditada en mayo de 2017 por Ed. errata naturae), considerada su obra de mayor trascendencia, ha proporcionado una forma de vivir y sentir la naturaleza.

La extensa obra literaria de Thoreau (‘Cartas a un buscador de sí mismo’, ‘Musketaquid’, ‘Un paseo invernal’, ‘Desobediencia’, ‘Todo lo bueno es libre y salvaje’, entre otras) ofrece la posibilidad de adentrarse en su pensamiento y en su existencia ligada por entero a la naturaleza, y a la obcecada y congruente militancia contra el establishment y el desarrollo industrial que comenzaba ya a emerger.

Da Rocha, el primer autor que escribe en castellano la biografía de Thoreau
El profesor de Filosofía de los Valores y Antropología Social de la Universidad del País Vasco, Antonio Casado da Rocha, es un especialista en ética y en el pensamiento de Thoreau, además de haber sido el primer autor que ha escrito en castellano la biografía del filósofo naturalista estadounidense.

Para Casado da Rocha, “a Thoreau le podemos considerar como un filósofo del siglo XIX, pero en un momento en que las ciencias naturales no estaban separadas de lo que hoy llamamos Humanidades, y Thoreau en aquella época escribe sobre la naturaleza, pero también realiza una investigación sistemática sobre ella y la describe con gran lirismo. Podemos decir que estamos ante un filósofo romántico en el sentido que une la naturaleza con el espíritu”.

Casado da Rocha considera que “Thoreau es un precursor de lo que llamaríamos hoy ecología, no solo en el sentido de conservación sino que también fue alguien muy interesado en las conexiones entre el mundo natural y el mundo humano, así como las conexiones entre las diferentes especies y su hábitat”.

La época en la que vivió Thoreau fue un tiempo cultural muy especial en la historia de los Estados Unidos, en la que se unieron varias circunstancias. Por un lado, Thoreau recibió una vasta educación humanística. Estudió en Hardvard, donde se puso en contacto con Ralph Waldo Emerson que fue uno de los grandes intelectuales coetáneos y a su alrededor se creó un grupo muy interesante de intelectuales y artistas”.

Más tarde, Emerson fue a vivir al pueblo de Concord, donde junto con Thoreau crean de nuevo un círculo intelectual interesado en elaborar una crítica cultural razonada al establishment académico y mediático del momento.

Walden’, obra culmen para el ecologismo
Walden (1854) es la obra culmen de Henry David Thoreau y en la que relata su estancia durante dos años en una casita que él mismo se construyó, al lado de una laguna del mismo nombre y muy cerca de su pueblo natal. Antes y después de este texto, escribió otros libros y ensayos. Pero para Casado da Rocha su gran obra es el ‘Diario’ “que escribió durante 25 años desde que salió de la universidad hasta que murió y en el que recogía prácticamente sus experiencias día a día”.

En estos diarios, escritos a lo largo de su vida, el filósofo estadounidense plasma su pensamiento ligado a la experiencia con la naturaleza, de la que extrae su aprendizaje sobre el ser humano.

Este compendio de anotaciones fue posteriormente utilizado por los científicos para calcular los efectos del cambio climático, “gracias a sus exactitudes a la hora de señalar las fechas cuando florecían determinadas plantas o los cambios que sucedían en las estaciones en aquel tiempo y que siguen siendo útiles en la actualidad”.

Casado da Rocha sostiene que “el pensamiento de Thoreau y sus críticas no han hecho más que intensificarse. Creo que en la actualidad, él sería más radical si cabe y que fundamentalmente su llamada es un toque de atención que nos impele a ralentizar nuestro modo de vida, para poder vivir el momento presente”.

Thoreau, sostiene el filósofo vasco, era consciente de la necesidad de simplificar nuestras vidas para poder llegar a sociedades sostenibles, e implantar las ideas necesarias para crear las claves culturales en nuestra relación con la naturaleza, “pero eso lleva mucho tiempo y todavía no se ha completado ese cambio cultural”.

Una llamada de alerta que sigue siendo necesaria
Según Casado da Rocha, “esa llamada de alerta que hizo hace doscientos años sigue siendo necesaria en nuestro mundo porque ha ido en la dirección que él anticipaba”.

Pero en la cercanía, “es verdad que ya dentro de su pueblo era un personaje peculiar, excéntrico, no llegó a casarse y todo el mundo sabía que era tremendamente inteligente y mañoso”.

Antonio Casado da Rocha resalta dos anécdotas en la vida de Thoreau.

El filósofo estadounidense abrió una escuela en su pueblo natal junto con su hermano John donde ambos impartían clases, pero se negaban a aplicar castigos físicos que los padres de los alumnos le pedían que infligiesen, por lo que ambos Thoreau se vieron obligados a cerrar la escuela.

La segunda de las anécdotas que cuenta Casado da Rocha del padre del ecologismo era su costumbre más inveterada de salir a caminar cuatro horas al día después de haber trabajado toda la mañana, y antes de dedicarse a escribir por las noches.

A lo largo de su camino y provisto del equipaje necesario de un botánico, Thoreau recogía especies y tomaba notas. La peculiaridad de su indumentaria era su sombrero, cuyo interior estaba confeccionado con un pequeño cajón en el que guardaba las muestras que recogía del campo.

Se pueden contar muchas que demuestran que Thoreau fue artífice y precursor, por ejemplo, de la creación de los Parques Naturales que surgieron después de su fallecimiento, en parte gracias a la gente que leyó sus obras y a otros autores norteamericanos de su época. Sin el pensamiento de Thoreau no existirían ni el Central Park de Nueva York ni los Parques Naturales que protegen tantos lugares del planeta.

Nada se alza más libre de culpa en este mundo que un pino”. Henry David Thoreau. ‘Diarios’, 20 de diciembre de 1851.

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