El control del
fuego es un asunto clave: córdoba ya no puede seguir perdiendo
biodiversidad, bosques, paisajes ni capital turístico. Cómo sigue el Plan del Fuego, ya sin el impuesto.
por Fernando
Colautti
Hace 13 años,
Córdoba “inventaba” un modo de asegurar recursos para el combate
de los incendios forestales que la venían maltratando. Nacía el
impuesto al fuego, un tributo que nadie evadiría porque se imponía
con las boletas de energía que abonan todos los cordobeses. La
Provincia acaba de decidir ahora su extinción. Los usuarios, según
sus consumos de electricidad, se ahorrarán entre 36 centavos y 7
pesos por mes.
El anuncio genera
interrogantes en los 174 cuarteles de Bomberos Voluntarios,
principales destinatarios de la recaudación de ese impuesto. El
Gobierno provincial aseveró que esos fondos saldrán ahora de su
presupuesto general.
El debate sobre
el origen de los recursos para financiar el Plan Provincial de Manejo
del Fuego tiene patas cortas: sea por un tributo específico o
cubierto desde Rentas Generales, es siempre el contribuyente el que
los aporta. La discusión debiera girar sobre cuál es el modo más
eficiente y transparente para que la prevención y el control de
incendios cuenten con recursos adecuados.
Un fondo
específico fijado por ley tiene la ventaja de que permite saber de
antemano el monto con que se cuenta y facilita el seguimiento y
control de cómo se gasta. Si los recursos dependen de la voluntad
política de cada Gobierno, el monto por asignar -y sobre todo por
ejecutar- puede resultar más arbitrario. El sistema sería menos
previsible y planificarle.
Desde los
despachos oficiales apuntan, con lógica, que aumentar ese tributo
era siempre complejo, por resultar una medida política antipática,
y que más sencillo resultará ahora actualizar directamente las
partidas.
La cuestión es
que, más allá del origen, si no existe un fondo específico por
ley, predeterminado, visible y controlable, cada gobierno podrá en
el futuro definir cuánto y cómo destina al Plan del Fuego.
Para Córdoba, no
es un tema más: hace a su sustentabilidad ambiental y económica.
Por esa relevancia, ese debate ocupa nuestro Primer plano de hoy.
Cómo sigue el
Plan del Fuego, ya sin el impuesto
La Provincia
eliminó el tributo que se pagaba hasta el mes pasado con la energía.
Promete sostener el programa sin cambios. Hay dudas e incertidumbre
en los cuarteles de bomberos de cara a los próximos años.
por Fernando
Colautti
Desde este mes,
las boletas de energía que pagan todos los cordobeses tendrán un
adicional menos: el impuesto al fuego desaparece luego de 13 años de
vigencia.
La decisión del
Gobierno provincial pudo resultar simpática para muchos, por la
eliminación de un (leve) impuesto, cuando lo habitual es que se
agreguen nuevos, pero genera al mismo tiempo interrogantes entre
quienes trabajan en el combate contra los incendios en Córdoba.
Especialmente, en los 174 cuarteles de bomberos voluntarios.
El tributo había
sido creado para financiar, con un fondo específico, el Plan
Provincial de Manejo del Fuego. Nació por ley, aprobada en 2004, y
con fecha de vencimiento en 2019. Sorpresivamente, el gobernador Juan
Schiaretti anunció hace 10 días que ese tributo sería eliminado.
También aseguró que los recursos que recaudaba serán cubiertos
desde ahora por Rentas Generales de la Provincia y que se sostendría
el programa vigente. El Presupuesto 2017 preveía recaudar por esta
vía 91,6 millones de pesos.
Ahora, existe un
punto en debate: sin un fondo específico fijado por ley, podrían
ser más arbitrarios el monto y los modos que cada gobierno destine
ahora al Plan del Fuego y a los cuarteles de bomberos.
A la vez, la
disponibilidad de recursos podría depender ahora más del contexto
económico y politico de la Provincia en cada momento que de un fondo
autónomo que -más allá de las discusiones que solía generar
sobre su administración- no podía tener otro destino.
Compromiso
oficial
Juan Carlos
Massei, ministro de Gobierno y Seguridad de la Provincia, confirmó
que el decreto ya firmado elimina ese tributo que Epec y las
cooperativas eléctricas cobraron hasta el mes pasado a todos sus
usuarios. “Los fondos que se generaban por esa vía saldrán del
presupuesto general, y se creará una partida específica para que la
Secretaría de Gestión del Riesgo sostenga el mismo esquema que rige
hoy”, puntualizó.
Para este año,
el ministro dijo que estarán disponibles los mismos fondos (más de
90 millones de pesos) que se preveía sumar con la recaudación del
impuesto.
Ante la duda que
esbozan los bomberos sobre la actualización del monto anual para
sostener el sistema, Massei planteó que “será más fácil
aumentar el presupuesto que lo que era incrementar ese tributo,
porque todo ajuste de impuestos siempre se trata de evitar, porque
suena antipático”. Recordó, en ese sentido, que el monto del
tributo no varió entre 2011 y 2016, a pesar de la inflación.
En efecto, en
esos cinco años la recaudación del impuesto al fuego se mantuvo en
el orden de los 60 millones de pesos. Este año, con el ajuste
aplicado, habría llegado a los 90 millones.
“Yo diría que
es al revés: es más fácil para los bomberos conseguir un aumento
de las partidas presupuestarias que hacer que se firme el incremento
de un impuesto”, señaló el ministro, para intentar alejar dudas
sobre el financiamiento futuro del Plan del Fuego.
Massei también
adelantó que “en septiembre” se iniciarán reuniones con las
federaciones de bomberos para empezar a analizar el presupuesto para
2018.
Los de naranja
Desde la
Federación de Bomberos Voluntarios, que nuclea a la mayoría de los
174 cuarteles existentes, se admitió que la decisión provincial no
les fue consultada. Ariel Vicario, vicepresidente de la entidad,
apuntó que el Gobierno “se comprometió a sostener todo el esquema
actual y a asignar los recursos previstos”, y marcó que si se
cumple esa premisa la institución no objeta el cambio. También
planteó la necesidad de que se asegure, de algún modo, “que los
presupuestos asignados al Plan Provincial del Fuego sean
reactualizados cada año”.
Pero dentro de
los cuarteles es donde se perciben más inquietudes. Fabián Vargas,
coordinador regional de los bomberos de Calamuchita, dijo que el
cambio “creó una evidente incertidumbre”. Marcó que “muchos
se preguntan cómo será” y esbozó una inquietud: “Si con un
fondo específico se solían generar demoras en los pagos a los
cuarteles, cabe preguntarse si no serán mayores si salen de Rentas
Generales”.
Vargas planteó
que debería buscarse algún mecanismo para que no sea tan incierta
la partida disponible, y pidió que se asegure la continuidad de los
planes de equipamiento de cuarteles y de las becas (remuneraciones)
“a los casi 350 bomberos que cada día trabajan para el Plan del
Fuego”.
Héctor Cejas,
jefe del cuartel de Jesús María, sugirió que “como mínimo, el
plan existente se mantenga, con los fondos suficientes”. Y destacó:
“Este anuncio nos tomó por sorpresa, ni las comisiones directivas
saben bien cómo será ahora; esperamos algunas reuniones para
sacarnos las dudas”.
Pablo Fuentes,
jefe del cuartel de Villa Dolores, indicó que “aún no cuentan con
certezas” sobre los cambios por aplicar y sostuvo que “el
programa es muy importante para Córdoba”, aunque prefirió no
opinar hasta contar con más información.
En otros
cuarteles de Traslasierra hubo bomberos que admitieron que “hay
opiniones divididas”, entre quienes creen que el programa no se
podrá afectar, más allá de donde salgan los fondos, y los que se
muestran preocupados acerca de la disponibilidad de recursos en el
futuro.
En casi todos los
cuarteles defienden un punto que ha generado polémicas: el aporte a
los 348 bomberos becarios, quienes reciben una paga mensual por una
tarea diaria de prevención y vigía en las zonas de riesgo (las
Sierras y el noroeste).
Ambientalistas
prefieren un fondo específico y por ley
El Foro Ambiental
Córdoba ha venido siguiendo de cerca la evolución del Plan
Provincial de Manejo del Fuego. Desde esa organización, su
coordinador, Federico Kopta, anticipó que “en principio no parece
una buena noticia” la eliminación del impuesto. Opinó que desde
que se creó ese fondo específico, “los logros fueron notorios en
la reducción promedio de superficies quemadas y en el equipamiento
de los bomberos”.
El ambientalista
consideró que la novedad “genera incertidumbre” hacia el futuro
porque “sin asegurar un piso, los recursos quedarán más sujetos a
vaivenes económicos y políticos”.
Kopta opinó que
el camino debería ser sumar más recursos económicos, pero con un
fondo específico, que permita avanzar “en lo que le falta” al
Plan Provincial de Manejo del Fuego. En ese sentido, sugirió “una
mayor acción en educación y sumar como área de riesgo -para
enfocar también ahí una mayor prevención- a todo el arco norte y
noreste, que aún cuenta con montes y registra fuegos frecuentes”.
Desde que se puso en marcha, el Plan del Fuego considera zonas de
riesgo a las Sierras y al noroeste provincial.
El biólogo
sostuvo que “un fondo específico es más controlable, porque
bomberos, periodistas e instituciones pueden saber cuántos recursos
hay y cómo se gastan”. También planteó que si los fondos salen
de Rentas Generales “el control ciudadano será mucho más difuso”.
Impuesto al
fuego: en qué se gasta y cómo se reparte
La distribución
de los fondos siempre generó controversias: cuarteles que reclamaban
por quedar afuera o por cobrar con demoras, o críticas por
desconocer cómo se resolvía el reparto.
El impuesto al
fuego, en sus 13 años de vigencia, fue un monto fijo y no un
porcentaje sobre la factura. Luego de cinco años sin reajustes, en
2017 aumentó su valor. Este año -hasta julio- los usuarios
residenciales pagaron 0,36; 5,60 o 7 pesos por mes, según sus
consumos de energía. Los usuarios con tarifa social estaban exentos.
Comercios y empresas abonaban 12 pesos y los grandes consumidores,
400 mensuales.
Hace 10 años (en
2007), el tributo recaudó 41,4 millones de pesos. Entre 2012 y 2016
se ubicó entre 56 millones y 61 millones de pesos. En 2017, con el
ajuste aplicado del 33 por ciento promedio, se preveía que recaude
91 millones.
Por ley, el 10
por ciento del total recaudado (nueve millones en 2017) se repartía
directamente, y en partes iguales, entre los 174 cuarteles de
bomberos voluntarios. Eso representaba unos 50 mil pesos al año por
cuartel.
Luego, según lo
acordado entre Provincia y federaciones de bomberos, este año 45
millones de pesos más se repartirían a los cuarteles, también sin
importar tamaños ni ubicación, a razón de 260 mil pesos anuales
para cada uno, mientras acrediten sus papeles y balances al día.
Otros 27 millones
de pesos se acordó destinar al pago de las becas que perciben 348
bomberos voluntarios de las “zonas de riesgo” (las Sierras y el
noroeste provincial). Cada uno cobra 6.500 pesos mensuales, a cambio
de una contraprestación de varias horas por día en tareas de vigía
y prevención de fuegos.
Esos tres rubros
suman 80 millones de pesos al año. De los 90 millones que recaudaría
el impuesto, quedarían 10 millones para gastos en equipamiento,
mantenimiento de aviones hidrantes, pago de sus pilotos,
combustibles, más gastos operativos y otros.
Desde este año,
ya no entraba en esa cuenta el pago a Apross para los bomberos
voluntarios sin obra social, porque por su nuevo y mayor costo ya
requería el aporte de Rentas Generales.
La distribución
de los fondos siempre generó controversias: cuarteles que reclamaban
por quedar afuera o por cobrar con demoras, o críticas por
desconocer cómo se resolvía el reparto. Siempre se reclamó más
transparencia informativa sobre el destino de los recursos que el
impuesto recaudaba y una mayor apertura en la toma de decisiones
sobre cómo se gastaba. En los dos últimos años, esas polémicas
parecieron mitigadas.
Apross, más cara
para bomberos
Lo que recaudaba
el impuesto al fuego ya no alcanzaba, desde el año pasado, para
cubrir los aportes comprometidos a los cuarteles de bomberos,
mantener cierto reequipamiento y, además, pagar la obra social
Apross a los voluntarios sin cobertura.
A los 91 millones
anuales que preveía recaudar ese tributo en 2017, el Plan Provincial
de Manejo del Fuego sumaba otro costo de unos 38 millones de pesos
anuales para que la Provincia destine a su obra social, Apross.
Así, el programa
demanda en realidad unos 130 millones de pesos por año.
De cinco mil
bomberos voluntarios activos que colaboran en los 174 cuarteles
existentes, unos 1.700 no cuentan con obra social. A ellos y a su
familia directa (en total, unas 3.500 personas) los cubre Apross.
Pero hasta 2015,
esa obra social provincial le cobraba al propio Estado una cuota casi
simbólica. En 2016, sinceró los valores y ya el impuesto al fuego
no alcanzaba para cubrir ese gasto. Pasó de una cuota de 50 pesos
por mes por afiliado a una de 900 pesos. En total, de 200 mil pesos
en 2015 se elevó el presupuesto para sostener esa cobertura a unos
30 millones en 2015 y a casi 40 millones en 2017.
El ministro Juan
Massei enfatizó: “Sigue el compromiso de hacerse cargo de ese
aporte y de sostener ese beneficio para los bomberos sin obra
social”.
Fuentes:
Fernando Colautti, Cómo financiar que Córdoba no se queme, 17/08/17, La Voz del Interior. Consultado 17/08/17.
Fernando Colautti, Cómo sigue el Plan del Fuego, ya sin el impuesto, 17/08/17, La Voz del Interior. Consultado 17/08/17.
Impuesto al fuego: en qué se gasta y cómo se reparte, 17/08/17, La Voz del Interior. Consultado 17/08/17.
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