lunes, 4 de agosto de 2014

Bajo Grande, un mal endémico

La contaminación del río Suquía por la falta de tratamiento de líquidos cloacales es una urgencia ambiental, cuya responsabilidad comparten la Nación, la Provincia y la Municipalidad de Córdoba.

En febrero de 2011, difundimos el resultado de un estudio realizado por un equipo de investigadores de la Universidad Nacional de Córdoba para evaluar el estado del río Suquía. El diagnóstico fue alarmante: confirmó una altísima presencia de contaminación fecal en ese curso de agua.

La investigación mostró que el problema se focalizaba en el descontrolado derrame de líquidos cloacales sin tratamiento adecuado. Y, entre los sectores críticos, puso en rojo a una zona
situada aguas abajo de la planta de tratamiento de Bajo Grande, ubicada camino a la localidad de Chacra de la Merced, al este de la ciudad de Córdoba.

A tres años y medio de aquella valoración 
química, los inconvenientes contaminantes del río se agravan, pese a las promesas de solución e inversión en obras dirigidas a recuperar a esa central en riesgo de colapso.

Se ha constatado en estos días que Bajo Grande se encuentra operando a la mitad de su capacidad, por lo cual gran parte de los líquidos 
cloacales que llegan para ser purificados son volcados al río con dosis mínimas de cloro.

Los problemas de contaminación ambiental (en este caso, con riesgos impensados para la 
salud humana) deben ser atacados de manera urgente y con políticas eficaces.

Vale señalar que, más allá de este inconveniente estructural de alto alcance, los cordobeses se quejan casi a diario por los reventones que se 
verifican en la red de cloacas en numerosos barrios de la ciudad capital.

Lo cierto es que los problemas no se resuelven. Y el lugar común es repartir las responsabilidades de dicha situación a proyectos fallidos de inversiones que corresponden tanto al municipio, como a la Provincia y la Nación.

Por caso, el poder central había comprometido el financiamiento de 500 millones de pesos para el Plan Integral de Cloacas, a cargo de la Municipalidad de Córdoba, que contemplaba la construcción de una nueva planta purificadora y la extensión de las redes cloacales a toda la ciudad, hoy cubierta en un 60 por ciento con ese servicio.

La iniciativa sigue empantanada desde 2011 y seguramente los costos se han disparado por las nubes.

El Gobierno provincial no queda a salvo de las falencias en materia de controles y de ejecución de obras de infraestructura, toda vez que el río Suquía se enmarca dentro de su jurisdicción. Es rol de la Provincia proteger a aquellas poblaciones que son castigadas por el derrame al río de efluentes cloacales sin tratamiento y que exceden el poder de control del municipio de la Capital.

Por su parte, la Municipalidad acaba de anunciar un plan de obras que pretende salvar del colapso a la planta de Bajo Grande. Es de esperar que no se trate de un nuevo intento sin destino, como tantos que quedaron en el olvido.

La mitad de los líquidos cloacales apenas se trata
Piden emergencia ambiental en el Suquía
Fuente:
Bajo Grande, un mal endémico, 04/08/14, La Voz del Interior.

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