viernes, 27 de febrero de 2015

La sensación de perderlo todo

Martín pasó la noche en vela por un negocio que se inundaba y sus cuatro chanchos.

Martín Camilatti pasó toda la noche en vela en el negocio que su suegra Teresa Ludueña tiene en Santiago Temple. El local de venta de cacharros y macetas está sobre la ruta nacional 19 y su intersección con Liniers.

En cuestión de horas, la esquina se transformó en un pequeño lago artificial por obra y gracia de los 270 milímetros de agua que cayeron del cielo durante la noche del miércoles último. La lluvia torrencial anegó buena parte de esa localidad del departamento Río Segundo, ubicada a 75 kilómetros al este de la ciudad de Córdoba.

Por la calle de referencia todavía ayer corría el agua a pulso de aluvión.

La correntada cruzaba a campo traviesa desde el sur y se embalsaba en la punta del barrio IPV Norte, detrás del Club Sarmiento, uno de los más perjudicados por la catástrofe climática.

“No pegué un ojo en toda la noche. Estuve vigilando por las dudas alguien quisiera aprovechar la situación para entrar a robar”, explica el muchacho, parado en medio del charco. El agua le cubre las pantorrillas, pero cuando los camiones que circulan a paso de hombre por la ruta 19 hacen olas, le llega a las rodillas.

“Esto ha sido tremendo. Acá en el negocio echó a perder mucha mercadería que no se va a poder recuperar, me parece”, apunta.

Más problemas
Martín también está afligido por la situación en que se encuentran sus cuatro chanchos.

El torrente les destruyó el corral y ayer el agua cubría 
a las bestias hasta cerca del hocico.

“Acá en la esquina construyeron una alcantarilla para que se escurra el agua de lluvia pero la tapó una empresa; seguro que eso tiene que ver con que se haya inundado todo en esta parte del pueblo”, especula.

“No sé qué va a pasar si vuelve a llover como ayer; para colmo, el pronóstico parece que anuncia tormentas hasta el sábado”, lamenta.

Un vecino memorioso apunta que la franja oeste del pueblo -la más afectada por la tempestad- se conocía “hace mucho” como “el barrio de las ranas”.

“Eso -explica- porque en ese límite se terminaba el vecindario y después de las tormentas se convertía en un fangal.

La sensación de perderlo todo, 27/02/15, La Voz del Interior. Consultado 27/02/15.

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