Un diario británico mostró las consecuencias de la dependencia de la soja en Argentina. Desconcierto de científicos y preocupación de ambientalistas.
La aparición
repentina de una red de ríos nuevos en el centro de la provincia de
San Luis desconcierta a científicos y preocupa a ecologistas y
agricultores. Además, plantea cuestiones urgentes sobre el costo
medioambiental de la dependencia de la soja, principal cultivo de
exportación en Argentina.
“El rugido del
agua era terrorífico”, explica Ana Risatti, una habitante de la
zona, recordando lo que sucedió en 2015. “La tierra se abrió como
si fuera un cañón. El agua se llevaba todo lo que tenía por
delante. Cantidades enormes de tierra, árboles y césped eran
arrastrados por el agua”.
El diario
británico The Guardian reveló esta semana la existencia de un nuevo
río de más de 20 kilómetros de longitud, 60 metros de ancho y 15
de profundidad. Según la publicación, este nuevo espacio nació por
la deforestación y el cambio climático y “pone en evidencia el
precio de la dependencia del cultivo de soja”.
La garganta que
se abrió de forma tan drástica en la granja de Risatti creció y
ahora tiene una longitud de 25 kilómetros. En su punto más profundo
mide más de 60 metros de ancho y tiene 25 metros de profundidad.
El más grande de
varios cursos de agua nuevos, el llamado Río Nuevo, recorre la
Cuenca del Morro, una cuenca de aguas subterráneas con una leve
inclinación que cubre 373.000 hectáreas de llanuras de la provincia
de San Luis.
“Hasta
principios de los 90”, explica The Guardian, “la Cuenca del Morro
era un mosaico de bosques y pastizales que absorbían agua, pero
ahora han desaparecido y los ha reemplazado el cultivo de soja y
maíz”.
Argentina es el
tercer productor mundial de soja, después de Estados Unidos y
Brasil, y genera el 18 % de la producción global. En 2016, la
exportación de legumbres de soja, harina de soja y aceite de soja
constituyó el 31 % del total de las exportaciones del país.
El periódico
explica que el avance de nuestro país como exportador mundial de
soja tuvo como consecuencia una “gran deforestación para hacer
lugar al cultivo”, y que este ya cubre el 60 % de la tierra
cultivable del país. En la última década, según Greenpeace, se
perdieron 2,4 millones de hectáreas de bosques nativos.
Esteban Jobbágy,
experto en medioambiente de la Universidad de San Luis y miembro del
CONICET, explica al diario inglés que la aparición repentina de
ríos nuevos se da por la convergencia de tres factores: “Primero,
hemos tenido años muy lluviosos por el cambio climático. Segundo,
la naturaleza del suelo de esta zona es bastante inestable. Y
tercero, por primera vez esta cuenca está rodeada de tierra
cultivada”.
“Argentina es
una república bananera en la que la soja es la nueva banana”,
señala Jobbágy. “Sin el cultivo de la soja, nuestros agricultores
no podrían sobrevivir, ni tampoco podría sobrevivir el país”. A
diferencia de los bosques de raíces profundas que reemplazó,
explica la publicación, la soja tiene raíces cortas y crece solo
unos pocos meses al año.
Esto provocó que
el acuífero por debajo de la Cuenca del Morro se elevara y aumentara
la velocidad a la que fluye bajo tierra, a su vez haciendo colapsar
la tierra permeable de la zona.
The Guardian
retrata el caso de uno de los grandes afectados, el puntano Alberto
Panza, un productor ganadero que es uno de los pocos que resiste y se
niega a alquilar sus tierras a las grandes corporaciones productoras
de soja.
“Muchos
agricultores ahora viven en la ciudad”, explica el productor. “Es
más fácil mudarte y alquilar tu campo a una corporación que
cultivarlo vos mismo”. Su estancia no es la misma que era: un cañón
gigante de más de 60 metros de ancho y 25 metros de profundidad se
abre abruptamente con una corriente de agua en el fondo que parece
lenta, aunque no lo es.
El cañón parte
por la mitad el campo de Panza. “Esto era tierra de pasto,
totalmente llana”, afirma. Un poste de electricidad yace al lado
del lecho del río, con los cables todavía conectados a los postes
del otro lado del cañón. Como el río cambia constantemente de
curso, Panza no ha podido construir un puente o un camino para llegar
al otro lado.
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