martes, 18 de noviembre de 2014

El barrio llora a María Angélica, mientras siguen las demoliciones

La única víctima fatal del estallido estaba buscando casa para alquilar y mudarse. La recuerdan “vital y alegre”. Por un problema legal, tuvieron que derribar “a mano” un departamento.

por Mariana Otero y Javier Cámara

No es fácil volver a la normalidad en barrio Alta Córdoba. Los vecinos de la zona donde el jueves 6 de noviembre pasado explotó la planta de químicos lo venían intentando, pese a la destrucción y al medio.

Pero la muerte de María Angélica Cueto (conocida como “Pola”), la mujer de 65 años que murió el sábado después de nueve días de internación a causa de las severas heridas que sufrió, echó por tierra, otra vez, todo el esfuerzo.

La empresa contratada por las autoridades para realizar las demoliciones retomó su trabajo ayer a la tarde. Y lo hizo en el interior del galpón ubicado en Góngora 923, donde funcionaba un taller de chapa y pintura que recibió daños al por mayor. Paradójicamente, fue en la vereda de ese establecimiento donde, según testimonios de los vecinos, estaba la única víctima fatal de esta desgracia, cuando se produjo la explosión.

En efecto, María Angélica resultó con gravísimas heridas por la caída de la enorme cortina metálica que hacía las veces de portón y que se desprendió del eje giratorio a raíz del estallido.

Con la anuencia judicial, de Defensa Civil y de Bomberos, la empresa Brasca derribó “a mano” las cabreadas y dos paredes del taller de chapa y pintura. Y luego demolieron uno de los departamentos contiguos que había quedado destruido.

El operativo se demoró más de lo esperado porque la Municipalidad quería utilizar una enorme retroexcavadora para hacer el trabajo. Pero para que esa máquina pudiera ingresar al lugar más dañado había que derribar una pared de una propiedad cuya titularidad se discute: los ocupantes dicen ser poseedores; el Municipio sostiene que son “tenedores precarios”. La solución al problema jurídico fue práctica: no usar la retroexcavadora.

De luto
Barrio Alta Córdoba está de luto. Ni el sodero y el cartero lo pueden disimular. Tampoco los obreros o jefes de familia que trabajaron ayer en las viviendas dañadas.

La víctima residía de manera temporaria en la vivienda ubicada en Pasaje Argensola, a 30 metros de Góngora. María Angélica, conocida como “Pola”, tenía 65 años y varios proyectos. Pero el día de la explosión salió de su casa para caminar hasta Góngora para ver qué pasaba. “Mi marido salió a buscarme a mí cuando explotó todo y él, con otro hombre, levantaron el portón porque vieron a alguien debajo. Cuando dio vuelta la cortina metálica, vio que se trataba de ‘Pola’. Me llamó para que avisara a la familia y no había nadie. Le comenté a la nieta lo que había pasado”, contó Lorena Martínez, una de las vecinas del pasaje, a media cuadra de la casa de la mujer. “Nunca se imaginó que iba a encontrarse con ella”, agregó.

En el vecindario recuerdan a “Pola” como “alegre” y “vital”. Jugaba con los niños de la cuadra, se calzaba sus auriculares y caminaba hasta el centro de la ciudad fumando algún cigarrillo.

Buscaba un lugar
“Pola” había llegado desde la provincia de Buenos Aires hace unos meses y, según sus vecinos, buscaba un lugar para alquilar ya que, por el momento, vivía con su hija Cristina, su yerno Lucas, carpintero de oficio, y tres nietos.

Planchaba ropa, como modo de sustento, y había iniciado los trámites para jubilarse. “‘Pola’ era querida en el barrio. Hablaba con todos, iba a tomar mate a las casas de los vecinos, era una abuela muy querida y activa. Muy buena persona. Siempre se reía. Bailaba y jugaba con los chicos en el pasaje”, contó Sabrina Quiñones, vecina y hermana del muchacho que filmó el momento de la explosión, un video que se viralizó en las redes sociales.

“Era nueva en el pasaje. Jugaba con los niños. Se sentaba acá en la puerta, con mi hija. Se hizo querer”, agregó Lorena Martínez, cuya casa sufrió la rotura de 13 vidrios.

“Es una pérdida que nos ha dolido. Jugaba con mi hija. Era de contextura bajita, chiquita”, aseguró Martín Pereyra, el vecino que vive en frente de la casa de Cueto. Pereyra también sufrió la rotura de varios cristales y de la puerta de su casa. “No viene nadie a cambiar nada, como prometieron. Tengo seis mil pesos de gastos, como mínimo”, explicó, luego de relatar que la explosión lo encontró en la calle, buscando a su hijo.

“Era una mujer conversadora. Cuando me veía subiendo a la camioneta me decía: ‘esas son mujeres que no dependen de los hombres para manejar”, relata Claudia, otra vecina.

Ayer, la sencilla casa de pasaje Argensola donde vivía “Pola” parecía apagada y triste. El ventiluz color ámbar de la puerta de entrada estaba roto. Uno de sus nietos anunció que sus padres no estaban. Nada quiso decir de su abuela.
Fuente:
Mariana Otero, Javier Cámara, El barrio llora a María Angélica, mientras siguen las demoliciones, 18/11/14, La Voz del Interior. Consultado 18/11/14.

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